"Jugando a la barra", obra de Manuel Ruiz Guerrero, siglo XIX
Celedonio
García Rodríguez
La euritmia del tiro de barra
En la antigüedad los soldados griegos y
romanos practicaban el lanzamiento de la barra como ejercicio gimnástico, del
mismo modo que otras culturas. Marcelo Sanz Romo aún se adentraba en el origen
de los tiempos: “Nuestro tiro de barra no es otra cosa que un ejercicio
modificado, o una variedad de los lanzamientos de objetos-proyectiles de las
luchas primitivas”.
Según Mariano de Cavia, el juego de la barra,
“arquetipo de los deportes ibéricos”, era “puramente aragonés”. Además,
sentenciaba: “No se describe. Se ejerce”. En un artículo publicado en el Heraldo de Madrid (15 de abril de 1894),
Mariano de Cavia exaltaba este varonil juego propio de reyes, y, aunque no
constara en las crónicas y anales de Zurita y de Blancas, tenía por cierto que
“aquellos reyes de mi tierra, tan justos, fuertes, liberales y humanos, tan
recios en la guerra como duchos en política, aprendían a tirar la barra antes
que a manejar el cetro”.
Cavia trazaba un panegírico de “la barra”
destacando la sobriedad y armonía del juego: “Por su clásica sencillez, por su
serena elegancia, por el sano equilibrio de espíritu y cuerpo que demanda,
parece un juego de los atletas
helenos; y solo Píndaro, solo el cantor de los juegos olímpicos, podría
celebrar con claridad y fuerza, sencillez y entusiasmo, ese ejercicio
simplicísimo, donde el artista echa de ver, atento y embelesado, las más
primitivas y candorosas, pero también las más naturales y robustas
manifestaciones de la euritmia humana. Celtíbero puro, el juego de la barra es,
en nuestras edades, puramente aragonés”.
Para Marcelo
Sanz Romo en este juego “van unidas la fuerza física y la acción psíquica”.
Según Sanz el tirador “comunica a la barra voluntad, pensamiento y vida” puesto
que “no triunfa el que tira más lejos la barra, sino el que además, de lejos,
la hace tocar en el suelo en ciertas condiciones”.
Marcelo Sanz
Romo, que nació a mediados del siglo XIX en Olmeda de Cobeta, pequeño pueblo de
la provincia de Guadalajara, y llegaría a ser una de las principales figuras en
el ámbito de la Educación Física de la España de finales del siglo XIX y
principios del XX, mostraba su emoción y sentimiento patrio cuando escribía
sobre la barra. Sanz veía como los deportes foráneos se imponían en la mayor
parte de la práctica deportiva de la juventud española en detrimento de
nuestras propias costumbres, teniendo nuestro país modalidades deportivas con
las mismas o incluso superiores ventajas higiénicas:
“Así como la
jota es resumen y compendio de la música popular en España, del mismo modo en
los juegos deportivos es el tiro de barra el que genuinamente representa, o
representaba, nuestros deportes populares”.
Portada de la revista Ador dedicada a "Deportes y juegos tradicionales de Valdejalón"
La
barra, juego popular
El juego de la
barra lo practicaban los reyes, como Carlos IV, pero era más propio de las
clases populares. Los campesinos utilizaban las barras procedentes de los
arados romanos; los ganaderos jugaban con las barras que horadaban para
instalar los “cletaus” (cercas o vallas para el ganado); los canteros usaban
las palancas (barras y barrones) para mover y romper piedras…
Los canteros de Calatorao y Ricla eran
especialistas tirando a la barra, tal como señala la copla:
En
las canteras de Ricla
no
hacen falta barrenos
los
mozos tirando barra
levantan bloques enteros.
Los retos o
desafíos se disputaban en las eras, donde se realizaban las faenas de la
trilla; en las plazas de los pueblos, al salir de misa en los días festivos, o
en cualquier romería o fiesta local.
El juego podía
ser peligroso si no se tomaban las oportunas precauciones. En 1920, según
narraba La Crónica de Aragón, se
produjo un desgraciado accidente en Morata de Jalón: “Varios mozos de Morata de
Jalón entretenían sus ocios, la tarde del día de Reyes, jugando a la barra en
una explanada de las afueras. Al lanzarla Joaquín Vela Pérez, de 18 años, tuvo
la desgracia de pasar por allí el niño Félix Maestro Gracia, de 9 años,
recibiendo en la cabeza un golpe mortal”. El golpe fracturó la base del cráneo
del niño, quedando en un estado gravísimo.
En los retos y las apuestas, que surgían en
las reuniones atléticas, los mozos conseguían marcas inverosímiles y proezas
acrobáticas con el barrón. Manuel Bazán, campeón de tiro de barra, narraba a
Mario Alegría una de estas gestas en una entrevista publicada en la revista Mundo Gráfico, en 1934. Los hechos
tuvieron como escenario la localidad de Bardallur hacia 1922. En dicho pueblo,
con mozos de temple y rudeza, clavó el barrón en una pared. Unos amigos le
alentaron para que enviase la barra al balcón de la maestra, situado en medio
de la plaza:
“Bazán tomó el «barrón», dibujó ese medio círculo
del que es centro el cuerpo y radio el brazo, que deja ver los músculos en todo
su desarrollo, y realizó el esfuerzo. Su galantería le impidió dejar la barra
en el balcón que se le pedía, pero su fortaleza, su dominio, hicieron más: el
hierro lanzado cruzó por completo la plaza ante el asombro de sus amigos, de
los vecinos del pueblo que presenciaron aquella proeza”.
Continuará: Tiradores de Valdejalón
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