Situada en el extremo Este de una cadena de peñas areniscas en la confluencia de la calle de Tubo con la calle de Poniente de San Lorenzo del Flumen. En los años setenta del siglo pasado presentaba muy buen estado. Probablemente era la mejor conservada y quizá la mejor trabajada con una cámara cuasi semicircular.
Junto a la embocadura de la cueva creció una higuera que en la actualidad su excesivo desarrollo está afectando a la peña, aunque la mayor afección es la causada por el hombre, que ha mutilado el extremo Este de la roca.
En los últimos años del siglo pasado algún vándalo tuvo la descerebrada idea de agujerear la roca abriendo un enorme boquete en la cámara de la cueva.
Las peñas y la cueva han sido, durante las cinco décadas de existencia del pueblo, lugares de ocio y juego de los niños. La cueva era un lugar de refugio durante las tormentas. Los niños limpiaron el acceso de vertidos y la cámara del interior la convirtieron en un segundo hogar. Allí se reunían y pasaban el tiempo iluminados con la luz de las velas. Ese encanto desapareció con la brutal agresión a este patrimonio arquitectónico y natural.
Las peñas conservan varias cazoletas distribuidas en cada una de las piezas que jalonan el conjunto.
Una de estas piezas o piedras es la peña "resbaladiza". Los niños se divertían resbalándose como si fuera un tobogán tobogán con piezas de plástico o sacos de plástico a modo de trineo.
Las cazoletas marcan espacios de antiguos rituales que nos remontan a cientos de años atrás.
La cadena de arenisca adopta formas ondulada a causa de la erosión. Algunas partes pudieran haber sido trabajadas y después modeladas por la erosión.
En el espacio que separa las peñas del pinar se está construyendo la futura residencia para las personas mayores, en una zona muy próxima al espacio de ocio formados por instalaciones deportivas (pista polideportiva, pista de tenis, frontón y piscinas).
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