En la villa y Corte de Madrid, el 21 de marzo de 1877, la Sala Segunda del Tribunal Supremo falló que no había lugar al recurso de casación por infracción de ley, interpuesto por Joaquín Canalis Pons contra la sentencia pronunciada el 16 de diciembre de 1876 por la Sala de lo criminal de la Audiencia de Zaragoza en la causa seguida contra el recurrente por el delito de secuestro y robo, que le condenaba a cadena perpetua.
Secuestro de Juan Ruata
(20 de enero de 1875)
La tarde del 20 de enero de 1875, Juan Ruata salió de Alcubierre a cazar y dar una vuelta por sus campos en compañía de otros vecinos. Al llegar al término de Acampines, situado a unos cinco kilómetros de Alcubierre, entre Alcubierre y Lanaja (a la altura del actual canal de Monegros), Ruata se dirigió a uno de sus campos, donde estaban arando sus criados. Estando allí, sus compañeros le dieron la voz de alarma a gritos, pero al intentar fugarse comenzaron los tiros y se vio cercado por tres hombres armados, entre los que solo conoció al bandido Mariano Gavín, alias “Cucaracha".
Los secuestradores le ataron, desuncieron las mulas que araban el campo y le hicieron montar en una de ella. Los malhechores montaron en las restantes y marcharon con él y con los criados a una aldea o corral del monte de Lanaja, donde pasaron la noche.
Antes del amanecer del día siguiente los secuestradores llevaron a Ruata y a los criados a lo alto de la sierra. Allí se presentaron otros cuatro hombres de la célebre cuadrilla del bandolero, y obligaron a Ruata a escribir una carta a su esposa pidiendo 14.000 duros por su rescate. Los criados la llevaron a su destino y regresaron al día siguiente con una cantidad muy inferior, 30.000 reales. “Cucaracha”, enfadado, obligó a Ruata a escribir una última carta a su mujer anunciando que lo encontrarían colgado de un pino si no completaban hasta 7.000 duros.
Juan Ruata pasó cuatro días secuestrado y, después de recibir la cantidad solicitada, quedó en libertad junto con sus criados.
Muerte de “Cucaracha”
en el corral de la Nica (28 de febrero de 1875)
El secuestro de Ruata tuvo gran repercusión. Además, Ruata era una persona influyente. La Guardia Civil decidió acabar con el bandolero que les había dado tantos quebraderos y había alcanzado gran celebridad en la comarca. El 28 de febrero de 1875 murió “Cucaracha” en el corral de “La Nica”, en término de Peñalbeta y jurisdicción de Lanaja, tras un enfrentamiento con la guardia civil.
Hacía tan solo diecisiete días que el teniente de la Guadia Civil, Vicente Lafuente y Pueyo estaba al frente de una fuerza destinada a la persecución de “Cucaracha” y su cuadrilla. El día anterior la fuerza se dividió en dos grupos y salió en dirección a la sierra. Serían las dos de la tarde cuando, al llegar a la paridera de “La Nica”, la pareja que iba de avanzada miró con cautela por encima de la tapia del corral y vio que había varias personas con armas. Uno de los guardias agitó un pañuelo para avisar a sus compañeros y rodearon el corral. Dieron la voz de “¡alto a la Guardia Civil, rendíos y no se os tocará!, y tras media hora de tiroteo quedaron muertos en el corral los cuerpos de Mariano Gavín (a) “Cucaracha”, de Alcubierre; Antonio Sampériz (a) el “Cerrudo”, de Lalueza; Melchor Colomer (a) el “Herrero de Osso”; José Bernad (a) el “Molinero de Belver”, y José Solanilla, de Palo.
Resultaba extraño que los cinco bandoleros murieran en el corral de “La Nica”, parapetados en un pequeño fortín, y los guardias no sufrieran el más mínimo rasguño.
En la comarca se extendió otra versión de lo sucedido. El teniente Lafuente se reunió con el alcalde de Lanaja, Pascual Escanero, y con el boticario Agustín García. Decidieron envenenar el vino que sabían les iba a llevar el zagal Manolico Maza (años después se convertiría en bandolero), advirtiéndole que después de probarlo (porque “Cucaracha” hacía probar los alimentos que le llevaban), debía vomitar. Después resultaría fácil a la guardia civil matar a los bandoleros. Las crónicas dicen que milagrosamente se salvo un zagal que se había escondido detrás de unas piedras.
Sumario a Joaquín
Canalis Pons por el secuestro de Ruata
De los siete bandoleros que participaron en el secuestro de Ruata, cinco murieron durante la instrucción del sumario, entre ellos el cabecilla Mariano Gavín y Suñén (a) “Cucaracha”. Otro, Joaquín Canalis Pons, fue aprehendido cuatro meses después del secuestro y el séptimo era un desconocido.
Probablemente, tres o los cuatro que murieron con “Cucaracha” en el corral de “La Nica” participaron en el secuestro de Ruata. Dudamos entre tres o cuatro porque el 24 de marzo de 1875 una pequeña fuera de seis guardia civiles llevaban preso a Manuel Isabal y Comín desde Almudáfar, pueblo situado en la ribera del Cinca, donde estaba avecindado, a las cárceles de Zaragoza, acusado de ser compañero de “Cucaracha” y de haber participado en el secuestro de Juan Ruata.
Con demasiada frecuencia, muchos bandoleros morían en los traslados a prisión. En la época hubo polémica en el Congreso de los Diputados y en algunos casos se acusaba a la propia guardia civil de acabar son sus vidas. Manuel Isábal también murió durante el traslado a las cárceles de Zaragoza. Según la versión oficial, al llegar la patrulla al punto denominado Casa de Lasierra, lindante con el monte de Leciñena, les salieron diez o doce hombres armados que comenzaron a dar voces a la Guardia Civil para que soltasen al preso, haciendo al mismo tiempo varios disparos. La fuerza pública respondió y consiguió ahuyentar a los bandidos, pero dando como resultado la muerte de Isábal. El hecho tuvo transcendencia, puesto que se acusaba a la guardia civil que lo custodiaba de acabar con la vida del preso. Incluso corrió el rumor de que Ruata les acompañaba y fue quien acabó con su vida.
Como Joaquín Canalis era el único capturado, acusado de haber participado en el secuestro de Ruata, el procedimiento se abrió contra él. En rueda de presos fue reconocido por el secuestrado y por los criados, aunque estos no con demasiada seguridad. Canalis negó su participación, pero tenía mala conducta y antecedentes. Durante el juicio incurrió en notables contradicciones, pero ni en el sumario ni en el plenario se pudo acreditar satisfactoriamente dónde se encontraba durante los días que tuvo lugar el suceso.
Finalmente, la Sala de lo criminal de la Audiencia de Zaragoza condenó a Joaquín Canalis Ponsa la pena de cadena perpetua con accesorias: abonar a Juan Ruata por vía de restitución 7.000 duros, y al pago de las costas por sí y para sí causadas, y al de una séptima parte de las comunes.