18/8/07

LECIÑENA. La batalla del Llano

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Santuario de la Virgen de Magallón (Leciñena). Foto: Celedonio García

Viernes, 28 de enero de 2005
Colaboración leída en el programa “Hoy por hoy” de Radio Zaragoza, dirigido por David Marqueta

¡Hola, amigos!

Nos vamos a Los Monegros, a los aledaños de la sierra de Alcubierre, a Leciñena, la antigua venta con una encina en la puerta, según dice la tradición, que se conoció como Venta de Leciñena.

Estamos a 14 kilómetros del río Gállego y a 30 de Zaragoza, o lo que es lo mismo, del río Ebro. Es tierra de secano. Las gentes de Leciñena han sufrido mucho por la falta de agua. Y eso imprime carácter.

Nos contaban en San Mateo que cuando se casaba un joven de este pueblo con una chica de Leciñena, las mujeres guardaban el agua usada, y, ese día, regaban las calles para que vieran que en el pueblo abundaba. En realidad, el hecho demuestra que son gente acogedora.

Por fin el agua de boca llegó al pueblo, pero el acontecimiento sirvió de mofa, y sacaron la siguiente copla:

El Sindicato de Riegos de Leciñena
comunica al pueblo de Perdiguera
que no se podrá regar
a menos que llueva.

Los campos de ambas poblaciones permanecen sedientos. Están separadas por un extenso llano que las tropas napoleónicas cubrieron con la sangre de un ejército de voluntarios, dispuestos a librar a Zaragoza del Segundo Sitio.

En la imagen de Leciñena destaca la grandiosa iglesia parroquial, edificio gótico con torre mudéjar. Es la estampa que tantas veces contemplaría el famoso bandido “Cucaracha” o los soldados que ocuparon las trincheras de la sierra durante la Guerra Civil.

En Leciñena nació el famoso pintor Marín Bagüés. En uno de sus cuadros más famosos refleja una de las costumbres típicas, las carreras pedestres. No es extraño que allí naciera uno de los mejores corredores españoles de los años 40, Alberto Murillo.

Pero el festejo más conocido es el antiguo y tradicional “baile de las seguidillas”, se celebra en las fiestas del 15 de marzo, conmemorando la Venida de la Virgen de Magallón. Las Fiestas Mayores, también en honor de la Virgen, son para septiembre. Destaca el dance.

La patrona se venera en el famoso santuario que se alza en un monte próximo, en el lugar donde se apareció a un pastor, tras ausentarse de la ermita de la Virgen de la Huerta, en el pueblo de Magallón, por haberse cometido un crimen en su interior.

En Leciñena tienen fama de rumbosos, quizá por su santuario, por eso se dice:

Leciñena es tan rumboso
que tiene su santuario
tantas puertas y ventanas
como días tiene el año.
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13/8/07

Música de las corridas de pollos en Aragón


José Antonio Adell y Celedonio García son los autores y documentalistas de los textos del cuadernillo. La parte musical, tanto de investigación, arreglos y composición ha corrido a cargo de Pepín Banzo.
  • Producción y dirección musical: Pepín Banzo
    Textos: Celedonio García y José Antonio Adell
    Proyecto y coordinación: Jesús Arroyo y Fernando López
    Técnico de Grabación: Juan Miguel Sánchez y Pedro Oliver
    Diseño y maquetación: Iñaki Navarro
    Deposito Legal: Z-1713-2006
    Edita: ANUE-UNESCO y Ayuntamiento de Zaragoza
  • Reseñas de prensa:
    http://www.redaragon.com/cronicas/riberaizquierda/noticia.asp?pkid=274375&numero=30
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3/8/07

MONASTERIO DE VERUELA

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Foto: C. García

Viernes, 1 de octubre de 2004
Colaboración leída en el programa “Hoy por hoy” de Radio Zaragoza, dirigido por David Marqueta.

Nos vamos a Veruela, al monasterio cisterciense de Santa María de Veruela. Corazón del Somontano del Moncayo.

El latido de sus muros rezuma misticismo y romanticismo. Lugar de acogida y residencia de viajeros.

Un año antes de que Bécquer fuera a Veruela, a mediados de julio de 1860, el monasterio acogió a numerosos astrónomos franceses, egipcios, alemanes, suizos y españoles llegados de Barcelona, Madrid y Zaragoza, para contemplar desde el Moncayo un eclipse de sol que el 18 de julio oscurecería la tierra. El gobierno español eligió oficialmente el Moncayo para el estudio del eclipse.

También acudió Ignacio Valiente, redactor del Diario de Zaragoza. Valiente narra su viaje y nos cuenta que se alojó en una de las celdas que al año siguiente ocuparía Bécquer. Las blancas paredes de la celda estaban decoradas con escenas de diablos cabalgando en grandes escobas, monstruos, calaveras, escenas amorosas, Venus saliendo del baño… Estos dibujos trazados con carbón demostraban que el antecesor de Valiente en aquella celda había sido un pintor de genio alegre que se había dejado llevar por la atmósfera que le rodeaba.

Es el mismo ambiente misterioso que encontraría Bécquer y que plasmaría en sus Leyendas y Cartas desde mi celda.

Unos días antes, a primeros de julio de 1860, un cometa había surcado los cielos. Ambos fenómenos celestes, anuncio de malos presagios y desgracias para las supersticiosas mentes de las gentes, pudieron ser la causa de la muerte de la Tía Casca, pobre mujer, acusada de bruja, que fue despeñada por los mozos de Trasmoz.

Qué pensaría el muy socarrón de Quevedo cuando escribía:

El mentir de las estrellas
es muy seguro mentir,
porque ninguno ha de ir
a preguntárselo a ellas.
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