26/2/13

José Antonio Adell presentó "Heridas de Guerra en un corazón altoaragones" en Zaragoza


José Antonio Adell, acompañado de Celedonio García, en la presentación de su tercera novela histórica

Adell dedicando un libro a la escritora Asun Velilla, especialista en novela juvenil

José Luis Añaños, responsable de Editorial Pirineo (http://www.editorialpirineo.com/), acompañado de José Antonio Adell en Ámbito Cultural de El Corte Inglés
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25/2/13

El “Tío Santas” de Fuentes de Ebro

TIRO DE BARRA
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Jugando a la barra, Alcañiz, 1903 (Foto: Lucas Escolá)
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En las páginas del Heraldo de Aragón hemos encontrado un artículo, publicado en 1902 con la firma de “Un hijo de Fuentes”, en el que descubrimos a un personaje natural de Fuentes de Ebro, el “Tío Santas”.

Carlos IV vestido de cazador (Goya, 1799)
Los hechos que vamos a narrar se remontan a 1802, durante el viaje que el rey Carlos IV y su familia realizó desde Madrid a Barcelona, con objeto de esperar y recibir en la ciudad condal a la infanta María Antonia de Nápoles, la que sería primera mujer del príncipe de Asturias. Seis años después, este príncipe subiría al trono español, de manera poco digna, con el nombre de Fernando VII.

Los regios viajeros se hallaban descansando en Villafranca de Ebro, cuando el monarca preguntó al alcalde:

-¿Hay en la localidad quien tire algo a la barra?

Carlos IV era muy aficionado a esta clase de ejercicio.

-Señor, hay uno que lleva fama de gran tirador por toda esta ribera; pero está en la cárcel, donde lo metí hace cuatro días –le respondió el regidor.

-Que siga extinguiendo su condena; no es cosa de deshacer por un capricho mío lo que ha hecho el representante de mi autoridad.

-No está preso por ninguna cosa fea; sino que tuvo un ligero altercado el otro día, y yo, para evitar una sangrienta riña, lo puse a buen recaudo.

-Si no es más que eso, marcha a ponerlo en libertad, y tráelo pronto a mi presencia.

El “Tío Santas” se presentó con respetuoso temor a Carlos IV, pero muy pronto se despejaron sus recelos. El rey no se entretuvo en pláticas y fue directo al asunto que le interesaba.
. Tiro de barra (Valeriano Bécquer)
-Me han dicho que tiras mucho y bien a la barra.

-Un poco, señor…

-Pues ahora mismo vamos a probarnos las fuerzas yo y tú.

Tiró primero el rey, repitiendo varios tiros. El “Tío Santas”, alardeando de gran tino y destreza, lanzaba la barra un palmo o dos más cortos que los respectivos de su regio contrincante.

El rey se dio cuenta y ordenó a su rival que demostrara todas sus cualidades.

-Veo que no sacas todas tus habilidades. Tira sin reparo, como si tiraras con un amigo tuyo.

El “Tío Santas”, ya sin reparos y con absoluta confianza, le dijo:

-Pues ponga su rial majestad en el punto que señale el lanzamiento más largo que ha hecho, y yo pasaré la barra por encima de su rial cabeza.

Dibujo de A. Díaz Domínguez

Carlos IV ya no dudaba de que el “Santas” fuera capaz de acometer esa gran proeza, pero tampoco había que excederse en temeridades.

-Eso sería una imprudencia. Plantaremos una caña tan larga como mi estatura y el resultado será el mismo.

El “Tío Santas” arrojó de sus brazos con tanto brío el barrón, que éste saltó con holgura por encima de la enhiesta caña.

Las dudas del rey pronto quedaron despejadas y, como se puede suponer, el fuentano ya no volvió a la cárcel.

Celedonio García Rodríguez

Publicado en la revista Algarabía, IES Benjamin Jarnés (Fuentes de Ebro), número 1, Abril 2004
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14/2/13

La magia amorosa en España (1)

Los pantalones del cura. Amor sin complicaciones

PERLAS DE HEMEROTECA

En las serranías leonesas se refugia una España medieval y desconocida. Las mozas hilan y tejen sus vestidos (Foto. Erik)  

Luis G. de Linares publicó en 1929, en la revista Crónica, un interesante artículo típico de la España profunda. El tema es la búsqueda del amor. En el reportaje nos muestra varios rituales; uno, que nos recuerda las formas de vida medievales, que realizaban las mujeres en el pueblo leonés de La Baña; otro lo realizaban la noche de San Juan las mozas sorianas, desnudas ante un espejo, para descifran el futuro de sus amores; lo titula: Las vírgenes desnudas de Berlanga de Duero.

La magia amorosa a veces adquiere un carácter criminal. En la serranía leonesa, una mujer ha herido en distintas ocasiones a su hijo para elaborar con la sangre de la criatura un filtro amoroso. En la fotografía las vecinas contemplan el traslado a la cárcel de la indigna madre. (Foto. Erik)

En amor medieval de La Baña

"La Baña. ¿No conocen ustedes ese pueblo? No lo conoce nadie. Llegue un anochecer, después de cinco jornadas de marcha por las sierras de León. No había ni camino no vereda. La gente me decía:

—La Baña es el fin del mundo, señor.

En el fondo de un valle rodeado de ásperas montañas, la sorpresa de un pueblo de dos mil almas, que desde lejos parecía amable, sonriente y acogedor...

Era un pueblo medieval, donde no se conocía la moneda, donde no había ni médico ni botica. Las gentes no entendían la palabra «automóvil». Vivían como hace mil años, sin poderse asomar a la civilización actual, bloqueados por las nieves. Pueblo silencioso, sin una risa, sin una voz. Sólo las carretas que iban por hierba se atrevían a cantar con sus ejes de madera:

Nirri-ñarre, ñirri-ñarre.

Única expresión de la felicidad. Cuentan que una madre bañesa perdió a su hijo. Iba detrás de los mozos que se llevaban al muerto.

—¡Adiós, Plácido!—le decía.

—¡Adiós, Plácido, buen Plácido, Plácido bonito!

¡Lla ñum vas pullas treitaderas sentao ñas angarilles. Cantando «Nirri-ñarre, ñirri-ñarre, ñirri-ñarre».

En La Baña no había médico ni botica. Al menos, hace tres años, cuando yo estuve allí. Había un curandero, dos brujas y los restos de unos pantalones milagrosos que pertenecieron, hace medio siglo, a un cura de la región.

El amor, en La Baña, carecía de complicaciones.

 
En la imagen superior los padres de un niño robado por un hechicero en los alrededores de Úbeda, y que luego fue hallado muerto en el campo, declaran ante el juez. Abajo, las mocitas de La Baña aguardando el rapto anual, las «ceibas», que las inicia al amor.(Foto. Erik)

Para ahuyentar los demonios de la esterilidad

En primavera, la víspera de dar comienzo a las faenas del campo, hay un baile en la plaza de La Baña. Asisten las mozas que tienen más de doce años. Al anochecer, los mozos eligen pareja, y, por agrado o por fuerza, se la llevan a un pajar, donde cohabitan con ella durante todo el verano hasta el día de San Miguel. A eso le llaman las ceibas.

Los padres de las mozas sólo experimentan un temor: que éstas sean estériles. En La Baña los hombres prefieren casarse con mujeres que ya tengan hijos mayores, para que les ayuden enseguida a las faenas del pastoreo. ¡Es tan difícil criarlos! ¡Mueren tantos!
¿Que los chicos no son suyos? ¿Y qué más da? Además, transcurrieron tantas ceibas desde que ella y él eran mozos, que ¿quién sabe...?

Las viejas son casi siempre un poco brujas y otro tanto curanderas. La hechicera de La Baña es la vieja desgreñada que aparece en la fotografía. (Foto. Erik)

 Cuando la mujer se casa, aunque lleve en dote media docena de hijos, el marido exige que tome todas las precauciones posibles para que continúe aumentando la prole. Y entonces se recurre a la magia amorosa.

La noche de bodas transcurre en la habitación común, y en presencia de toda la familia. Cuando la pareja se dispone a consumar el matrimonio con algo más que ceremonias, la madre de la novia se acerca al lecho conyugal —que es una tabla cubierta con paja— y rocía a los recién casadas con una espiga de trigo (símbolo de la abundancia) mojada en agua bendita.

—¡Que prenda, que prenda!—grita.

El padre, mientras tanto, para ahuyentar los demonios de la esterilidad, barre hacia fuera con unas retamas, mientras recita esta fórmula mágica:

Bicho «malino» fuera de «aiqui»,
que el agua bendita va «trai» de ti.

Plácida, la propietaria de los pantalones milagrosos de cura de La Baña. (Foto. Erik)

A veces, a pesar del agua bendita, de la espiga de trigo y de la fórmula mágica, la mujer no tiene hijos. Entonces recurre a los pantalones de un cura que hace muchos, muchos años, operaba milagros a millares en La Baña. Los pantalones, por lo visto, los siguen haciendo, aunque de una índole distinta a los que llenaban de gozo el alma de su santo propietario. Cuando una mujer estéril se frota bien la barriga con ellos, se torna fecunda al instante. Cuando un hombre olvida sus deberes conyugales hay que colocarle los mágicos pantalones debajo de la cabeza mientras duerme, y se vuelve más enamorado que un mozo de diez y ocho años.

En La Baña no se usan filtros de fidelidad. ¿Para qué? El amor no encuentra dificultades ni se complica con celos. La única preocupación es la esterilidad, y con los encantamientos de la noche de boda y la ayuda de esos pantalones —que seguramente en un descuido de su propietario calzó el Demonio para engañar a las futuras generaciones de bañeses—, este problema queda resuelto.

La magia, en La Baña, no se emplea solamente para los amores humanos. Si es interesante que la mujer tenga hijos, que la vaca tenga un choto lo es mucho más. Los pantalones del cura, pasados a contrapelo sobre el lomo de las bestias, aleja de ellas los demonios de la esterilidad".


Luis G. de Linares: revista Crónica, 1929.
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13/2/13

La magia amorosa en España (y 2)


PERLAS DE HEMEROTECA

Las vírgenes desnudas de Berlanga de Duero

Aseguran las viejas sorianas que los espejos adquieren virtudes mágicas durante la noche de San Juan.
(Foto Erik)

Luis G. de Linares se recorrió en los años veinte buena parte de España haciendo reportajes de lo más curioso. En las páginas de Crónica recogía tradiciones arcaicas que todavía permanecían vivas en recónditos lugares o mostraba hechos insólitos. Era la "España profunda" o la "España ignorada". 

"Berlanga de Duero, en la provincia de Soria, no es un pueblo incomunicado, como La Baña. Sus habitantes no viven una existencia medieval. Los autobuses atraviesan sus calles y sus plazas. Hay escuelas. Y médico. Y cura.

Y, además, unas mocitas tan enamoradizas como curiosas. Unas mocitas que no se contentan con preguntarle a las cartas o a los horóscopos de los abanicos si se casarán, si tendrán hijos, si el marido permanecerá fiel. Las muchachas de Berlanga, y casi todas las de la provincia de Soria, saben con muchos años de anticipación quién va a ser su marido.

¿Cómo se puede producir este milagro? ¿Son las estrellas las que escriben en la pizarra del cielo el misterio de la vida futura? ¿O los sueños? ¿O las hogueras mágicas que arden en la choza de la hechicera?

Nada de eso. La magia amorosa de las sorianas es absolutamente distinta a la de todas las demás. No tiene más que un defecto: que sólo es practicable durante la noche de San Juan. En cambio, ofrece la ventaja, si creemos en las afirmaciones de las muchachas que la utilizaron, de ser absolutamente infalible.

¡Figúrense ustedes con qué ansia esperarán las muchachas de Berlanga la noche de San Juan! Después de cenar se encierran en su cuarto y comienzan a desnudarse. Una a una, van cayendo al suelo las prendas campesinas; refajo, enaguas, larga camisa hasta las rodillas, gruesas medias de algodón... Para que la magia opere de manera satisfactoria no debe quedar ni un centímetro de tela sobre el cuerpo de la moza.
Cuando ésta se halla absolutamente desnuda, apaga todas las luces de su habitación, enciende dos velas, que sostiene cada una con una mano, y se coloca delante de un espejo, al que mira fijamente.

Así permanece durante cinco minutos o dos horas.

De pronto, la muchacha deja escapar un grito de angustia y de vergüenza. En ese espejo ha pagado, como una leve sombra, un mozo que ella conoce. Ha visto cómo volvía hacia ella sus ojos brillantes de deseo. Al grito de la moza acuden sus hermanas, su madre.

—¿Lo has visto?

—Sí —murmura la muchacha—. ¡Dios mío, qué vergüenza! ¿Me habrá visto él a mí?

—El está en la taberna o en su casa —explica la madre—. Es su sombra nada más. Durante la noche de San Juan, hija mía, han ocurrido siempre estos milagros.

—¿Y me casaré con él?

—Te casarás. Cuando en el campanario de la iglesia anuncien las campanas la media noche, la sombra del mezo volverá a meterse en su cuerpo y le contará que ha visto una hermosa virgen desnuda madura para el amor. Te cortejará, acudirá a tu reja, y este verano, después de las faenas del campo, se casará contigo.

¿Magia amorosa? ¿Sugestión? Las mujeres de Berlanga de Duero aseguran que se casaron, sin excepción, con el hombre que vieron en el espejo la noche de San Juan. Sólo a una vieja solterona y escéptica le he oído decir:

—Las mozas, sobrecogidas y enervadas por su desnudez, acaban por ver, puesto que así se lo han propuesto, la imagen de un  mozo entre las luces temblorosas de las velas. Y ese mozo, naturalmente, suele ser el que ha despertado en ellas las primeras emociones del deseo. ¿Qué tiene de extraño que terminen casándose con él?

Hay mozas que escuchan las campanas de la media noche de San Juan sin haber visto cruzar ante el espejo la sombra de ningún hombre. Vuelven tristemente a su lecho, seguras de que les aguarda una larga soltería.

Son, a veces, mocitas de rostro infinitamente bello, pero cuyo corazón y cuyos sentidos están secos para el amor. Tan secos, que no pueden crear la imagen de una ilusión en la penumbra misteriosa del espejo donde la magia enseña a descifrar el secreto de los amores".

Luis G. de Linares: revista Crónica, 1929.
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Capítulo anterior: La magia amorosa en España (1): Los pantalones del cura. Amor sin complicaciones

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5/2/13

IV jornada alrededor de la caña musical Arundo donax 2013, en La Puebla de Híjar



IV jornada alrededor de la caña musical Arundo donax 2013
La Puebla de Híjar (Teruel)

Días 2 y 3 de marzo.

VER PROGRAMA: 
http://arundodonax2009.blogspot.com.es/

Para inscribirse, escribir a arundodonax2013@gmail.com o llamar a los teléfonos 651 171 473 y 976 442 819 de 20 a 23h.

El último día para inscribirse en los talleres es el 25 de febrero.
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