17/12/08

El Bandolerismo en los Monegros

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Alcubierre, lugar de nacimiento de “Cucaracha” (Foto: C. García)

José Antonio ADELL CASTÁN y Celedonio GARCÍA RODRÍGUEZ
Algunos textos de extranjeros que atraviesan Aragón en el siglo XIX nos muestran las luchas feroces motivadas por las guerras carlistas, que hacen proliferar partidas de bandoleros, a veces camuflados de facciosos.
A finales de siglo todavía se presenta este país poblado de bandoleros, sin duda una imagen distorsionada y adornada de paños románticos, pero no exenta de base real. Asaltos de diligencias, fisonomías de mal agüero, compañías de guardias encargados de vigilar los caminos y perseguir a los ladrones (“miñones”), o las numerosas cruces de madera (se las llamaba “milagros”) que crecían por todas partes indicando el escenario de un asesinato, justificaban los relatos románticos.
El país se vio azotado por el cólera, los bandidos y la guerra civil. A diario se vivían atroces escenas en las que el hombre desataba todas sus pasiones asesinas de la manera más feroz. Aunque estas acciones no resultaban nada novedoso; como señalaba Charles Didier (1836), en España todos los partidos, por turno, se han manchado sus manos en sangre.
Las discordias políticas, condimentadas con el estado social y económico, y favorecido por los rasgos orográficos, que caracterizan la sierra de Alcubierre, fueron, en efecto, un excelente caldo de cultivo del bandolerismo en los Monegros.
Cenac-Moncaut (1860) contrastaba la rica e industriosa Cataluña con Aragón: “Aragón os ofrece su aridez, su aspereza, todos los rasgos de la pobreza y de la incuria. Se siente uno en el fin del mundo”. Esta tierra estaba salteada de míseros poblados casi abandonados, en los que la despoblación provocó, la existencia de numerosos vagabundos. Cenac-Moncaut escribía: “Ved unos campesinos andrajosos trabajando en un campo lejano; llevan un fusil a la espalda. ¡Qué veo ahora en el recodo de un sendero!; un hombre a caballo, acompañado por otro que lleva un trabuco... Será un bandido y su compinche; no, es un señor que tiene miedo”.
Esta situación la podemos comparar con las abundantes noticias que sobre el bandolerismo se publican en esta época. Popularmente un bandolero, el Mariano Gabín, apodado “Cucaracha”, destacará entre todos. Su “reinado” por tierras de los Monegros perduró entre 1870 y 1875; su fama estaría bien justificada y quizá por ello se convirtió en el más representativo.
Antes ya habían surgido otros célebres bandoleros. Después del “Cucaracha” el bandolerismo también volvió a campear por la sierra de Alcubierre, aunque teñido con los tonos fantásticos de la sombra de Mariano Gabín.
El 13 de febrero de 1861, el Diario de Zaragoza, daba a conocer que la policía había hecho presos en Zaragoza a dos famosos bandidos que tenían aterrados todos los pueblos de la Sierra de Alcubierre y del Somontano, y en persecución de los cuales habían estado constantemente varias partidas de la guardia civil. Con la captura se levantaron los somatenes A los ladrones se les ocupó siete mil reales, dos pistolas y dos navajas.
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