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Medían su fuerza en competencia con un mulo.
Tiro de mulo
DEPORTES TRADICIONALES
Celedonio García
En los años treinta Barcala publicó en las paginas de La Voz de Aragón una serie de artículos sobre deportes tradicionales aragoneses bajo el epígrafe “Antes de que el fútbol fuese tan popular”. Entre los deportes de fuerza recogía el que bautizaba como "el hombre inconmovible".
Celedonio García
En los años treinta Barcala publicó en las paginas de La Voz de Aragón una serie de artículos sobre deportes tradicionales aragoneses bajo el epígrafe “Antes de que el fútbol fuese tan popular”. Entre los deportes de fuerza recogía el que bautizaba como "el hombre inconmovible".
Era común que el hombre tuviera tendencia a hacer juegos como una continuación del trabajo diario, y aunque parece que el campesino busca juegos en los que desarrolla la tensión muscular como máxima dificultad, sin que obliguen a un esfuerzo intelectual no siempre ha sido así.
Distinguiremos dos modalidades del mismo juego. En la primera la prueba consistía en anular con el esfuerzo humano el arranque vigoroso de un mulo.
Tendido el atleta en posición supina en el suelo de un patio y con los pies apoyados en el quicio de una puerta, tomaba los extremos de los tirantes que van enganchados a un mula; de esta guisa, arreada de firme la caballería y tirando como pudiera hacerlo de un carro, debla levantar al hombre.
El esfuerzo que hacía el hombre nos imaginamos que sería de caballo, pero en el éxito del juego entraba también la habilidad y el razonamiento; si el hombre tiraba oportuna y alternativamente de un tirante y aflojaba el otro, el tiro del mulo resultaba incierto y anulado en gran parte, lográndose, al fin, que el animal se fatigase y acabara par no querer tirar, aun cuando los palos menudeaban en su lomo.
Distinguiremos dos modalidades del mismo juego. En la primera la prueba consistía en anular con el esfuerzo humano el arranque vigoroso de un mulo.
Tendido el atleta en posición supina en el suelo de un patio y con los pies apoyados en el quicio de una puerta, tomaba los extremos de los tirantes que van enganchados a un mula; de esta guisa, arreada de firme la caballería y tirando como pudiera hacerlo de un carro, debla levantar al hombre.
El esfuerzo que hacía el hombre nos imaginamos que sería de caballo, pero en el éxito del juego entraba también la habilidad y el razonamiento; si el hombre tiraba oportuna y alternativamente de un tirante y aflojaba el otro, el tiro del mulo resultaba incierto y anulado en gran parte, lográndose, al fin, que el animal se fatigase y acabara par no querer tirar, aun cuando los palos menudeaban en su lomo.
La segunda modalidad, en la que las artimañas de la habilidad no tenían tanta eficacia, es la que representa el otro grabado: varios hombres tiran de una cuerda atada al centro de un mango de azadón, lo que hacía imposible el tira y afloja.
En este ejercicio, puesto que el tumbado tenía una ventaja inicial sobre sus adversarios, el éxito estribaba en fatigarles con ligeras cesiones y bruscas resistencias, es decir, dando irregulares intermitencias y violentas sacudidas.
Otras competencias de fuerza menos violentas son las conocidas por los nombres de “la pica” o “el pulseo”, muy practicadas en otro tiempo, y que servían para pasar un buen rato después de las cotidianas faenas, y para merendar a gusto a costa de los que resultaban vencidos.
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En algunos lugares, las demostraciones de fuerza adquirían el carácter de “trastada” o “faena” más o menos grande.
En algunos lugares, las demostraciones de fuerza adquirían el carácter de “trastada” o “faena” más o menos grande.
En Vicién (Huesca) nos contaban que, la víspera de los días festivos después de la ronda o sustituyendo esta galantería, los mozos del lugar mataban el tiempo de holganza con otro tipo de “juegos” o diversiones.
Unas veces arrastraban todos los carros que encontraban por el pueblo y los echaban al canal o a la balsa; otras colgaban los arados de los balcones como si fueran los huesos que se ponen a las mozas presumidas cuando colocan las enramadas de Pascua.
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También eran frecuentes las “corridas de forasteros”, aunque en éstas la fuerza no la utilizaban, siempre que los forasteros corrieran más.
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Publicado en Stadio Sport. Zaragoza, 19 de diciembre de 1990
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