Herrera de los Navarros. Foto: C. García
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A finales de 1873 surgió una partida de tres o cuatro individuos que atemorizaron a los habitantes de Herrera y pueblos inmediatos. Los relatos de sus “hazañas” corrieron como la pólvora, provocando el consiguiente temor entre las gentes. Según una carta recibida en el Diario de Avisos de Zaragoza, estos sujetos cometían toda clase de exacciones y escándalos. Uno de 
aquellos últimos días habían cogido a una mujer en el camino que conduce a Luesma y después de quitarle 8 pesetas cometieron con ella toda clase de atropellos en una masía próxima al lugar de los hechos.
A los pocos días, según nuevas informaciones, estos mismos individuos sorprendieron en una paridera inmediata a Herrera al hijo y criado de D. Juan Pardos, vecino acomodado del pueblo. Los malhechores enviaron al criado con una carta dirigida a la familia exigiendo por su rescate 5.000 duros.
La familia hizo volver al criado con respuesta negativa que exacerbó los ánimos de los secuestradores. Al final, el hijo de Pardos logró fugarse gracias a la fogosidad de su mulo, después de que dejaran en libertad al criado. Los ladrones aún se apoderaron de dos mulos.
En las dos ocasiones habían salido vecinos de Herrera y de los pueblos inmediatos armados, pero no habían podido dar con ellos, probablemente debido a la escabrosidad del terreno.
aquellos últimos días habían cogido a una mujer en el camino que conduce a Luesma y después de quitarle 8 pesetas cometieron con ella toda clase de atropellos en una masía próxima al lugar de los hechos.A los pocos días, según nuevas informaciones, estos mismos individuos sorprendieron en una paridera inmediata a Herrera al hijo y criado de D. Juan Pardos, vecino acomodado del pueblo. Los malhechores enviaron al criado con una carta dirigida a la familia exigiendo por su rescate 5.000 duros.
La familia hizo volver al criado con respuesta negativa que exacerbó los ánimos de los secuestradores. Al final, el hijo de Pardos logró fugarse gracias a la fogosidad de su mulo, después de que dejaran en libertad al criado. Los ladrones aún se apoderaron de dos mulos.
Por aquellas fechas los soldados carlistas del cabecilla Marco de Bello también recorrían aquel terreno cantando bravuconadas como ésta:
No tengo miedo a las balas,ni al estruendo del cañón,
puesto que ha salido al campo
Marco de Bello en Aragón.
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Manuel Marco Rodrigo "Marco de Bello"
Fuente de información:
- Diario de Avisos de Zaragoza, 15 y 19 de noviembre de 1873.
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