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Foto: Celedonio García
Viernes, 29 de octubre de 2004
Colaboración leída en el programa “Hoy por hoy” de Radio Zaragoza, dirigido por David Marqueta
¡Hola Amigos!
Nuestro viaje nos lleva a Radiquero, un pequeño y pintoresco lugar del municipio de Alquézar, en el Somontano de Barbastro.
Radiquero es famoso, entre otras cosas, por su queso y su vino.
Merece la pena acercarse a Radiquero. Ahora es un buen momento, coincidiendo con la festividad de Todos los Santos.
Este día recordamos a los difuntos y se acude a los cementerios. Antes era un día de luto y oración para los mayores, pero también una fecha muy esperada por los niños para construir calaveras, con las calabazas que habían cultivado en el huerto.
Al llegar la “Noche de Ánimas”, el silencio nocturno se rompía con el sonido sobrecogedor de las campanas de la iglesia, que repetían, hora tras hora, el toque de difunto. Los niños colocaban calabazas huecas, con una vela encendida, en los nichos de los cementerios, y también recorrían las oscuras calles del pueblo con sus impresionantes calabazas. El ritual trataba de ahuyentar a los espíritus; aunque, realmente, sólo servía para propinar algunos sustos.
Después de cenar se rezaba el rosario y comían la castañada. Luego se contaban historias de cementerios, de brujas, de duendes y apariciones, mientras saboreaban los típicos postres (los huesos de santo o los buñuelos de viento). Los niños nunca olvidarían aquellas sobrecogedoras historias.
Ahora, en las ciudades y en muchos lugares ya no interesan estas costumbres de nuestra tierra. Lo que se lleva y está de moda es el “Halloween” de los americanos. Hasta nos avergüenza llamar a nuestra fiesta por su nombre, la “Noche de Ánimas”.
Esto no sucede en Radiquero, allí siguen fabricando calaveras de calabaza, que colocan en los patios, balcones y ventanas. La “Noche de Ánimas”, el pueblo presenta un aspecto hermoso y al mismo tiempo tenebroso. Sus gentes se reúnen en charlas, se cuentan historias misteriosas y se degustan los típicos y sabrosos dulces de la tierra.
Nos despedimos con un buen consejo de Luis Escudero:
Con vino del Somontano,
y queso de Radiquero,
¡qué bien sienta una charrada
en invierno junto al fuego.
Viernes, 29 de octubre de 2004
Colaboración leída en el programa “Hoy por hoy” de Radio Zaragoza, dirigido por David Marqueta
¡Hola Amigos!
Nuestro viaje nos lleva a Radiquero, un pequeño y pintoresco lugar del municipio de Alquézar, en el Somontano de Barbastro.
Radiquero es famoso, entre otras cosas, por su queso y su vino.
Merece la pena acercarse a Radiquero. Ahora es un buen momento, coincidiendo con la festividad de Todos los Santos.
Este día recordamos a los difuntos y se acude a los cementerios. Antes era un día de luto y oración para los mayores, pero también una fecha muy esperada por los niños para construir calaveras, con las calabazas que habían cultivado en el huerto.
Al llegar la “Noche de Ánimas”, el silencio nocturno se rompía con el sonido sobrecogedor de las campanas de la iglesia, que repetían, hora tras hora, el toque de difunto. Los niños colocaban calabazas huecas, con una vela encendida, en los nichos de los cementerios, y también recorrían las oscuras calles del pueblo con sus impresionantes calabazas. El ritual trataba de ahuyentar a los espíritus; aunque, realmente, sólo servía para propinar algunos sustos.
Después de cenar se rezaba el rosario y comían la castañada. Luego se contaban historias de cementerios, de brujas, de duendes y apariciones, mientras saboreaban los típicos postres (los huesos de santo o los buñuelos de viento). Los niños nunca olvidarían aquellas sobrecogedoras historias.
Ahora, en las ciudades y en muchos lugares ya no interesan estas costumbres de nuestra tierra. Lo que se lleva y está de moda es el “Halloween” de los americanos. Hasta nos avergüenza llamar a nuestra fiesta por su nombre, la “Noche de Ánimas”.
Esto no sucede en Radiquero, allí siguen fabricando calaveras de calabaza, que colocan en los patios, balcones y ventanas. La “Noche de Ánimas”, el pueblo presenta un aspecto hermoso y al mismo tiempo tenebroso. Sus gentes se reúnen en charlas, se cuentan historias misteriosas y se degustan los típicos y sabrosos dulces de la tierra.
Nos despedimos con un buen consejo de Luis Escudero:
Con vino del Somontano,
y queso de Radiquero,
¡qué bien sienta una charrada
en invierno junto al fuego.
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