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Celedonio García
En otro artículo hablábamos de un famoso tirador de barra de Fuentes de Ebro, “El tío Santas”; en esta ocasión escribimos sobre un andarín, y aún queda pendiente otro “personaje” de Fuentes, un bandido conocido con el nombre de “El Ballado”.
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Aragón fue tierra de andarines; en la época de “Chistavín” surgieron otros muchos que recorrieron, igualmente, las principales ciudades de España y de Europa. Por citar algunos: José Jiménez “El Sevillano”, de Alcalá de Gurrea; Antonio Laínez, de Cariñena; Francisco Pablo “Nonón”, de Ayerbe; Ángel Alda, de Miedes; Joaquín Mallor, de Alcolea de Cinca; Valero Nogueras, de Castejón de Monegros, o el célebre Antonio Balaguer “El Rey”, de Andorra, entre otros.
Parece sorprendente lo que vamos a contar, pero así lo recogemos de un artículo publicado por R. Mainar Lahuerta en la revista ilustrada Alrededor del Mundo, Madrid, 1899, titulado: “La buena fama de andarín”.
De Fuentes (creemos que no puede ser otra población más que Fuentes de Ebro) era el “Royico”, un andarín que fue acusado de robo sacrílego y cuando su defensor estaba a punto de sacarle libre, alegando que no había tenido tiempo para ir al lugar del suceso y volver, prefirió purgar su delito antes que perder su fama de corredor.
A R. Mainar le contó la historia un jurisconsulto notable que ocupaba un alto puesto en la Magistratura.
. Iglesia de San Miguel de Fuentes de Ebro (Foto: Celedonio García)
.El caso fue que a unas monjas de Sahún (Huesca) les habían saqueado la iglesia con gran escándalo de los fieles del pueblo, que juraban y perjuraban que el autor o autores no podían ser de allí.
Comenzaron las diligencias judiciales de rigor y se vio que los ladrones habían violentado puertas y arcones, y se habían llevado algunos objetos de metal.
La Guardia civil, alguaciles, alcaldes y golillas obtuvieron fundados indicios y sospechas de que uno de los autores del desaguisado era el “Royico”.
. El andarín de Fuentes fue procesado, pero apeló a la negativa sistemática y para probar la coartada citó el testimonio de sus compañeros de trabajo, con quienes el día anterior al del robo había estado, de sol a sol, arrancando regaliz, y al día siguiente, al apuntar el alba, también estaba allí. Los testigos afirmaron lo dicho y quedó demostrado que el “Royico” había dispuesto de una noche para ir a Sahún, cometer el robo y volver a Fuentes, cosa que se juzgó imposible hasta por peritos.
Pero, eran tales los indicios de criminalidad que aún cuando la razón del tiempo parecía contradecirlos, la causa llegó a la Audiencia y en el banquillo de los acusados se sentó el “Royico”.
Se practicaron las pruebas, declararon ante la Sala testigos y peritos, y todo iba a pedir de boca para que el acusado fuera declarado inocente, a pesar de que los indicios señalaban lo contrario. Se levantó el Fiscal a pronunciar su requisitoria, y después de haber examinado todos los cargos contra el encartado, llegó el único descargo alegado y ante él, con un recto espíritu de justicia, dijo:
-Todos los indicios, señores magistrados, indican que el individuo que se sienta en ese banquillo fue a Sahún, robó la iglesia de las monjas y volvió a Fuentes; pero, ¿era capaz ese hombre de correr tan velozmente que tuviera tiempo para cometer el delito que se persigue? ¿Podía en una noche ir, robar y volver? La prueba aquí aducida dice que no, y el ministerio público ateniéndose a ella tiene también que decirlo: el procesado no pudo hacer esa carrera en el tiempo de que dispuso y por tanto…
-¿A que no se juega usted cincuenta duros que lo hago? ¡Mira que no correr yo más que eso!
Esta interrupción del procesado produjo en la Sala la impresión que es de suponer. El “Royico”, gran andarín, sentía orgulloso tal fama, y sublevado ante la idea de perderla se olvidó que en aquel caso le convenía andar con pies de plomo, y tanto corrió que obtuvo una sentencia condenatoria inesperada.
. Fuentes de Ebro (Foto: Celedonio García)
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El “Royico” explicó cómo fue, robó y volvió en una noche.
Su buena fama de hombre ligero se confirmó, dejando mal parada la que tenía de hombre honrado.
Según señalaba R. Mainar Lahuerta, esta verídica historia estaba archivada en la Audiencia Territorial de Aragón.
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Cartel anunciador de la carrera de Juan Antonio Genaro en la Plaza de Toros de Zaragoza el 11 de diciembre de 1859
.A lo largo del siglo XIX se hicieron muy populares algunos andarines, que, sin duda, hubieran brillado en los “Juegos Olímpicos Modernos”, cuya primera edición se celebró en Atenas en 1896.
.El más destacado de los andarines españoles en la primera mitad del siglo XIX fue el madrileño Juan Antonio Genaro. En 1835 corrió en París y en Londres en competencia con caballos de carrera, saliendo siempre victorioso. En Septiembre de aquel año, estuvo corriendo un día en el hipódromo de Longchamp desde la una de la tarde hasta las ocho de la noche, derrotando a ocho caballos de carrera de los más famosos.
Recorrió las principales ciudades de España. En Zaragoza estuvo en varias ocasiones; en una de ellas, el 11 de diciembre de 1859, participó en una función que la “Compañía Gimnástico-Aerostática”, dirigida por Mr. Esteban Buislay, ofereció en la Plaza de Toros.
El segundo número del programa decía: “El andarín don Juan Antonio Genaro correrá una hora entera alrededor de la plaza en pugna con un caballo de buena raza. Concluida la carrera, Genaro bailará la jota por todo el anillo de la plaza”.
Recorrió las principales ciudades de España. En Zaragoza estuvo en varias ocasiones; en una de ellas, el 11 de diciembre de 1859, participó en una función que la “Compañía Gimnástico-Aerostática”, dirigida por Mr. Esteban Buislay, ofereció en la Plaza de Toros.
El segundo número del programa decía: “El andarín don Juan Antonio Genaro correrá una hora entera alrededor de la plaza en pugna con un caballo de buena raza. Concluida la carrera, Genaro bailará la jota por todo el anillo de la plaza”.
El andarín italiano Aquiles Bargossi, apodado "El hombre locomotora"
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Aunque el andarín que alcanzó más fama fue Mariano Bielsa y Latre, más conocido con el apodo de “Chistavín”, nacido en Berbegal (Huesca), por su victoria contra el italiano Aquiles Bargossi, considerado el mejor andarín del mundo y apodado “El hombre locomotora”. De “Chistavín” ya hemos escrito en otras ocasiones.
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Aunque el andarín que alcanzó más fama fue Mariano Bielsa y Latre, más conocido con el apodo de “Chistavín”, nacido en Berbegal (Huesca), por su victoria contra el italiano Aquiles Bargossi, considerado el mejor andarín del mundo y apodado “El hombre locomotora”. De “Chistavín” ya hemos escrito en otras ocasiones.
Aragón fue tierra de andarines; en la época de “Chistavín” surgieron otros muchos que recorrieron, igualmente, las principales ciudades de España y de Europa. Por citar algunos: José Jiménez “El Sevillano”, de Alcalá de Gurrea; Antonio Laínez, de Cariñena; Francisco Pablo “Nonón”, de Ayerbe; Ángel Alda, de Miedes; Joaquín Mallor, de Alcolea de Cinca; Valero Nogueras, de Castejón de Monegros, o el célebre Antonio Balaguer “El Rey”, de Andorra, entre otros.
Parece sorprendente lo que vamos a contar, pero así lo recogemos de un artículo publicado por R. Mainar Lahuerta en la revista ilustrada Alrededor del Mundo, Madrid, 1899, titulado: “La buena fama de andarín”.
De Fuentes (creemos que no puede ser otra población más que Fuentes de Ebro) era el “Royico”, un andarín que fue acusado de robo sacrílego y cuando su defensor estaba a punto de sacarle libre, alegando que no había tenido tiempo para ir al lugar del suceso y volver, prefirió purgar su delito antes que perder su fama de corredor.
A R. Mainar le contó la historia un jurisconsulto notable que ocupaba un alto puesto en la Magistratura.
. Iglesia de San Miguel de Fuentes de Ebro (Foto: Celedonio García)
.El caso fue que a unas monjas de Sahún (Huesca) les habían saqueado la iglesia con gran escándalo de los fieles del pueblo, que juraban y perjuraban que el autor o autores no podían ser de allí.
Comenzaron las diligencias judiciales de rigor y se vio que los ladrones habían violentado puertas y arcones, y se habían llevado algunos objetos de metal.
La Guardia civil, alguaciles, alcaldes y golillas obtuvieron fundados indicios y sospechas de que uno de los autores del desaguisado era el “Royico”.
. El andarín de Fuentes fue procesado, pero apeló a la negativa sistemática y para probar la coartada citó el testimonio de sus compañeros de trabajo, con quienes el día anterior al del robo había estado, de sol a sol, arrancando regaliz, y al día siguiente, al apuntar el alba, también estaba allí. Los testigos afirmaron lo dicho y quedó demostrado que el “Royico” había dispuesto de una noche para ir a Sahún, cometer el robo y volver a Fuentes, cosa que se juzgó imposible hasta por peritos.
Pero, eran tales los indicios de criminalidad que aún cuando la razón del tiempo parecía contradecirlos, la causa llegó a la Audiencia y en el banquillo de los acusados se sentó el “Royico”.
Se practicaron las pruebas, declararon ante la Sala testigos y peritos, y todo iba a pedir de boca para que el acusado fuera declarado inocente, a pesar de que los indicios señalaban lo contrario. Se levantó el Fiscal a pronunciar su requisitoria, y después de haber examinado todos los cargos contra el encartado, llegó el único descargo alegado y ante él, con un recto espíritu de justicia, dijo:
-Todos los indicios, señores magistrados, indican que el individuo que se sienta en ese banquillo fue a Sahún, robó la iglesia de las monjas y volvió a Fuentes; pero, ¿era capaz ese hombre de correr tan velozmente que tuviera tiempo para cometer el delito que se persigue? ¿Podía en una noche ir, robar y volver? La prueba aquí aducida dice que no, y el ministerio público ateniéndose a ella tiene también que decirlo: el procesado no pudo hacer esa carrera en el tiempo de que dispuso y por tanto…
-¿A que no se juega usted cincuenta duros que lo hago? ¡Mira que no correr yo más que eso!
Esta interrupción del procesado produjo en la Sala la impresión que es de suponer. El “Royico”, gran andarín, sentía orgulloso tal fama, y sublevado ante la idea de perderla se olvidó que en aquel caso le convenía andar con pies de plomo, y tanto corrió que obtuvo una sentencia condenatoria inesperada.
. Fuentes de Ebro (Foto: Celedonio García)
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El “Royico” explicó cómo fue, robó y volvió en una noche.
Su buena fama de hombre ligero se confirmó, dejando mal parada la que tenía de hombre honrado.
Según señalaba R. Mainar Lahuerta, esta verídica historia estaba archivada en la Audiencia Territorial de Aragón.
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1 comentario:
Me parece muy buena esta historia y hoy que recomiendo visitar tu blog en el mio, me decido a dejarte este agradecimiento para que sigas entreteniendonos.
Espero podamos vernos en las proximas carreras, ya estan aqui.
saludos
Andrés Camino
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