26/12/12

Las pasiones, la historia y la política a través de la jota

PERLAS DE HEMEROTECA

Cantos y bailes populares

La hermosa baturra Ofelia de Aragón, con su guitarra en la mano, nos ha cantado más de quinientas coplas distintas

En 1930 la revista Estampa dedicaba un amplio artículo a la cantadora Ofelia de Aragón, firmado por Ezequiel Endériz. El artículo es un verdedaro repertorio de jotas, como podemos ver a continuación. Los sentimientos, las pasiones, la historia o la vida cotidiana se expresan en la jota. Va ilustrado con fotografías de otros destacados joteros y cantadoras aragonesas: Jacinta Bartolomé, Miguel Asso y José Oto.
*


Dice Orfelia de Aragón...

Si el arraigo que tiene la Jota en toda España, como medio de expresión lírica del pueblo, no bastara para demostrar que este es el canto celtíbero por excelencia, nos lo demostraría el hecho de hacer un sucinto repaso de sus centenares de coplas para ver tras de ellas todas las pasiones, todos los sentimientos y hasta todo el proceso histórico y político de nuestra raza... La Jota es amor y es odio, son celos y venturas, son risas y lágrimas, es regocijo y pena, sátira y melancolía, burla y gentileza... Cuando Pío Baroja dijo que la Jota era la barbarie hecha canción, no tuvo en cuenta que hay cantares de Jota como éste:

Como los copos de nieve
así comparo mis penas,
van cayendo poco a poco
y en la cabeza blanquean.

Poesía suave y virgiliana con un amargor muy humano a lo Heine... ¿Verdad?... Además, la Jota no es Aragón solamente... Es Aragón más que nada porque en esta tierra fecunda y dura arraigó con la fuerza, el colorido y el sabor del melocotón magnífico; pero también es Castilla y Valencia y Navarra y Galicia y Rioja...

Para precisar una necesaria y copiosa argumentación a base de Jotas aragonesas, hemos visitado a la genial creadora de este canto popularísimo, Ofelia de Aragón, de quien nos habían dicho que tenía la mejor colección de coplas de jota...

En efecto, la hermosa baturra, con su guitarra en la mano, amablemente nos ha cantado más de quinientas coplas distintas en diferentes estilos y con verdadero escrúpulo en la selección, nos hemos apropiado de aquellas que hemos creído mejores para nuestros fines.


 La bellísima y popular cantadora de jotas Jacinta Bartolomé, «Perla del Ebro», que obtuvo el primer premio en el Certamen oficial de Jotas celebrado en Zaragoza durante las últimas fiestas del Pilar.

Ofelia de Aragón se ha hecho cargo inmediatamente de nuestro deseos.

—Se trata de demostrar que la Jota es una cosa grande... —le hemos dicho.

Y eso ha bastado para que la aplaudida diva, incansable, haya ido recordando en su memoria todo cantar que rememoraba una fecha política o histórica, toda copla que llevaba en sí el latido de un sentimiento humano.

Sólo ha habido una cosa difícil de hallar en el cancionero de Ofelia de Aragón: coplas alusivas a la madre... Cuando le hemos dicho:

—¿Y algo que, como en la copla andaluza, sea comparación, juramento o maldición, poniendo por prenda de comparación a la madre?...

—No existe eso en Aragón. Para el aragonés la madre representa tan sagrado e íntimo afecto en su vida, que sólo nombrarla parece profanación.

—Pues hay que buscarla —insistimos— porque si no, no sería completo...

—Pues allá va, para que no diga que falta nada:

La madre que te parió
no se debía morir,
para parir y criar
serafines como a ti.

—Muy bien; continuemos... O comencemos, mejor...

—¿Por dónde?

—Por la creación del mundo.

—Pues allá va:

Dios hizo el mundo en seis días
y el séptimo descansó,
y aprovechando esa sienta
la primera suegra nació.

—Ya en el Paraíso...

De una costilla de Adán
hizo Dios a la mujer,
para dejar a los hombres
ese hueso que roer.

—Viniendo luego a España...

España se hizo en un beso
de una rosa con el sol,
por eso arde como el fuego
la sangre del español.

—Elogio de la bandera…

Colores de sangre y oro
son los de nuestra bandera,
y no hay oro «pa» comprarla
ni sangre para vencerla.

He aquí un baturro de raza, Miguel Asso, que lo mismo acompaña a la guitarra que le canta una jota al lucero del alba.

Pero los valores de la tierra y el mar, comparados con la mujer amada, ¿qué valen?

En la tierra hay minas de oro
y en la mar muchos corales,
la mar y la tierra juntas
no valen lo que tú vales.

No debe faltar tampoco la copla astronómica:

Si el repijotero sol
se metiera a jornalero,
no saldría tan temprano
y andaría más ligero.

O esta:

El sol le dijo a la luna
retírate, bandolera,
que aquella que anda de noche
no puede ser cosa buena.

Un momento interesante de la Jota es cuando ésta se convierte de mora en cristiana. La Jota entra en la Península con la invasión de los moros. Es su canto de guerra, quizá. Entre los que la cantan mejor, se le reconoce E1 joven Aben-Jot, a quien vemos en su prisión de Daroca, lleno de añoranzas, que no sólo canta sino que graba en uno de los pilares de su cárcel la celebérrima copla, fundamento de todo su origen:

Si mi madre fuera mora
y yo nacido en Argel,
renegara de Mahoma
sólo por venirte a ver,
hermosa y blanca paloma.

¿Quién es esta «hermosa y blanca paloma» que así hace renegar al galán Aben-Jot de su origen, de su propia madre, cuando dice: «si mi madre fuera mora»... La leyenda, superior a la Historia, nos haría encontrarnos en seguida con una valenciana o una aragonesa bellísima, que acaba por aceptar el amor de Aben-Jot, ya cristiano, quien corrompe hasta su apellido haciendo del «Jot», «Jota». Y la canción que le hace célebre, toma su propio nombre...

De todos modos, la «hermosa y blanca paloma» de Aben-Jot debió ser aragonesa. Porque es en Aragón donde la Jota adquiere raíces eternas, aun cuando naciera en Valencia y Navarra afinara su sentimiento:

La Jota nació en Valencia
y se crió en Aragón;
pero en Navarra le dieron
sentimiento y corazón.

Otro gran tocador y cantador de jotas aragonesas, José Oto

Aragón también le da un españolismo furioso, calíente, terco, hecho al yunque de sus pasiones indomables:

Si viniera un terremoto
y se hundiera la nación,
España renacería
de las piedras de Aragón.

Esta afirmación españolísima profundiza las mismas entrañas de la Patria en las horas trágicas de la epopeya de la Independencia. Todos los españoles luchan igualmente contra las tropas invasoras de Napoleón. Todos se oponen a su paso. Pero Aragón lucha y canta:

Plaza de la Independencia,
ya puedes estar ufana,
que se ha regado tu suelo
con sangre zaragozana.

O esta otra:

El primer cancán francés
que bailó Napoleón,
se lo tocó a cañonazos
Agustina de Aragón.

Los franceses, sabido es, pudieron resistir el esfucrzo bélico de los españoles, porque éstos, como siempre, estaban abandonados a sus propias fuerzas. Lo que no pudieron resistir es la constante burla, el profundo desprecio que les envolvía en toda España. Quién sabe si una Jota los echó...

Pues lo mismo que estos estados de ánimo del «ánima populis» se han expresado de manera tan elocuente y precisa en la copla, veremos manifestarse los más recónditos sentimientos íntimos e individuales.

—¿Verdad, Ofelia?...—preguntamos.

—Sin duda...

—Venga una copla del dolor de la despedida:

Amor mío, si te vas,
escríbeme en el camino,
y si no tienes papel
en l'ala d'un pajarico.

—Amorosas...

Escriba ésta, bellísima...

Es tanto lo que te quiero,
que te quisiera llevar
de día, en el pensamiento;
de noche, en el ensoñar.

Y esta otra de un amor de más fantasía:

Águila que vas volando
y en el pico llevas hilo,
dámelo para coser
tu corazón con el mío.

La fortuna, la adversidad, el destino...

Hasta los leños del monte
tiene su destinación,
de unos fabrican los santos
y de otros hacen carbón.

Una de valientes...

No tiréis piedras, cobardes,
que el tirar es cobardía,
salir con navaja en mano
que yo sacaré la mía.

La pobreza y la hermosura...

Más vale el garbo y el talle
que tienen algunas mozas,
que todos los intereses
que tienen los padres de otras.

Por aparentar más de lo que se tiene...

Si tuvieras olivares
como tienes fantasía,
un río lleno de aceite
por tu casa pasaría.

La insinuación...

Yo venía de segar,
tú estabas en la ventana,
y me hicistes una seña:
que estabas sola y que entrara.

Pero luego, sucedido lo sucedido, viene la disculpa, ¿no?

Tu madre tuvo la culpa
por dejar la puerta abierta,
y yo por meterme dentro,
y tú por estarte quieta.

También debe de haber coplas para los cobardes...

Qué te sirve festejar
y llevar trabuco nuevo,
si no tienes corazón
para darle gusto al dedo.

Ante la indecisión de la moza...

Tanto, tanto te lo piensas
que ya me estoy yo cansando;
«paices» a los de Lumpiaque,
que amanecieron templando.

—¿Y el viejo que se casa con una mujer joven?

— Pues también tiene su copla:

Te casaste con un viejo
tan sólo por la moneda;
el dinero se acabó,
y el viejo es el que te queda.



José Oto cantando una jótica llena de intención:
Yo venía de segar, / tú estabas en la ventana, / y me hicistes una seña: / que estabas sola y que entrara.

El insulto...

Pero de esto del insulto por medio de la copla hay que hacer párrafo aparte. Tan graves han sido éstos, muchas veces, que la jota ha terminado manchada de sangre. La honra de la mujer, lanzada a los vientos en los cuatro versos de la copla, no es fantasía. Feliú y Codina recogió el espíritu de esta infamante costumbre en su «Dolores» inmortal, en esa «Dolores» donde logró un tipo de mujer tan humano, tan femenino y tan desgraciado, que sólo los obcecados de cierta localidad aragonesa pueden creer que esta creación del poeta les deshonra... La Dolores del drama de Feliú y Codina merece siempre compasión, y un pueblo acogedor, noble y generoso como Calatayud, debería de tenerla como la mejor hija de su leyenda, precisamente por ser la más desgraciada...


Veamos:

Desde Zaragoza a Utebo,
de Utebo a Calatayud,
no hay una mujer que tenga
menos vergüenza que tú.

Y eso que en esa copla no se determina el nombre de nadie, pues otras veces es la Pilar, la María o la Carmen la aludida directamente. También Las madres lagartonas con hijas especie de mercancía averiada, tienen su copla:

Con un viejo que se tiñe,
por fin, maña, te han casao;
ya decían que tu madre
se las daba al más «pintao».

Ahí va una de baile:

Arrímate, bailador,
arrímate, que no pecas,
que el que baila y no se arrima
es comerse el pan a secas.

Y otra histórico-biográfica:

De Teruel son los amantes,
de Huesca Ramiro el monje,
de la inmortal Zaragoza
Agustina y el Tío Jorge.

Gran profusión de coplas tiene el segador aragonés. Bajo el sol implacable de agosto hay ratos que maldice de su propia vida. Pero no con gritos ni con interjecciones. Sino con la copla. En ésta se queja de sus dolores, de su alimento, de la injusticia de su destino.


Veamos...

Ya vienen los segadores ,
de segar las Cinco Villas,
de beber agua de balsa
y quemarse las costillas.

O ésta:

Vengo ahogándome de rabia
por lo que en mi pueblo he visto,
comiendo pan de centeno
los que sembraron el trigo.

Tampoco la justicia se salva de la gran sátira de la Jota... Copla al canto...

Con un escribano pobre
y un juez que sea ladrón,
echan a un hombre a presidio
y no lo salva ni Dios.

Llegan para España los tristes momentos de la pérdida de las Colonias. La musa popular de Aragón se asocia a la impotente tristeza de aquellos días. No grita enronquecida y corajuda como en la Independencia. Más bien se lamenta y aconseja:

Desengañaos, cubanos,
y volved a ¡a razón,
y respetad las doctrinas
de aquel insigne Colón.

A la hora del desengaño, canta:

El señor Martínez Campos,
en la otra guerra pasada,
tanio como prometió
no nos ha cumplido nado.

La política tiene de igual forma coplas para todas las tendencias.


De la guerra carlista:

Viva Dios que nunca muere
y si muere resucita,
viva ¡a dama que tiene
amores con un carlista.

De la República:

La virgen del Pilar lleva
un clavel en cada mano,
con un letrero que dice:
¡vivan los republicanos!

Cuando la primera guerra de África, se cantó así:

De todos los generales,
el más valiente fue Prim,
y si no que te lo digan
los moros que hay en el Rif.

—Por lo que llevamos visto hasta ahora —nos dice Ofelia de Aragón— no hay tema, con todos sus matices, que la Jota no abarque. ¡Cuántas veces yo, como el filósofo busca la justificación de las cosas en la doctrina, la busqué en la copla! ¡Y cuántas hallé el consuelo que mi alma necesitaba!... Un ejemplo: iba yo a América hace más de tres años. Me dejaba en España afectos, ilusiones... Me esperaba una tierra desconocida, preñada de enigmas... Pues bien; en el barco fue para mí el mejor poema esta copla:

Cuando se sale de España
y se va cruzando el mar,
el barco tira p'alante
y el alma tira p'atrás.

—Y en los años de América, ¿olvidó la Jota?...


— Imposible... Ella, a pesar de todos los tangos y canciones, me ha dado mis grandes éxitos... Además, donde hay un baturro y existe una circunstancia apropiada, surge la copla... En Buenos Aires, una noche de fiesta en mi honor, un aragonés, un paisano, pidió permiso para cantarme y me cantó así:

Aun estando en Buenos Aires,
al oír cantar tu Jota,
me estas pareciendo, maña,
la Pilarica en persona.

—Y vamos con la última, una que es de rabiosa actualidad:


Veamos...

No llevaría Agustina,
cuando disparó el cañón,
ni los morricos pintados
ni el pelico a lo «garçón».

Con lo que dimos por terminada nuestra investigación, por no cansar más a la simpática cantante aragonesa y por no cansarte a ti, lector y amo...

Ezequiel ENDERIZ
(Fotos Marín Chivite)
*

No hay comentarios: