25/12/12

Tradiciones de Navidad

PERLAS DE HEMEROTECA

Devocionario del siglo XV

En diciembre de 1857 José Puiggari publicaba en El Museo Universal un amplio artículo sobre la Navidad, remontándose al 4.709 del periodo Juliano, corriendo el 4º de la Olimpiada 193, y el 37º del reinado en Judea de Herodes el Grande hasta los inicios del siglo pasado.

Puiggari entresaca tradiciones de la Navidad de diversos documentos mostrando una realidad que evoluciona con el paso de los años. La Fiesta de Navidad se ha celebrado con gran alegría desde los orígenes del cristianismo, los concilios la regularizan en sus decretos y el pueblo la vive hasta con locura, llegando a confundir sentidas demostraciones de piedad con groseras profanaciones del paganismo.

En la Edad Media se hicieron célebres fiestas carnavalescas sacro-profanas denominadas de “Locos”, del “Asno”, del “Obispillo”, etc. En el siglo XII, especialmente en Francia, las diversiones de Navidad se vivían con delirante frenesí. “La fiestas de los locos” consistía en invertir todos los órdenes y todas las funciones del ministerio clerical; se cometían extravagantes locuras en el interior de los templos: clérigos, diáconos y subdiáconos oficiaban en lugar de los sacerdotes y éstos, al pie mismo del altar jugaban a los dados, a los bolos, a la pelota y a otras cosas… Los monaguillos enmascarados y revestidos de capas pluviales, ocupaban en el coro los sitios de los canónigos y, en la víspera de Inocentes, elegían entre ellos a un obispillo, el cual, vestido con traje prelacial era ungido y paseado solemnemente por las calles al repique de las campanas y al son de inarmónicos instrumentos…

En España y concretamente en Aragón entre las costumbres no se vivían tantos excesos, en particular en las clases elevadas. Así lo relataba José Puiggari:


or esto en Cataluña, Aragón, y buena parte de Castilla, las diversiones de Navidad y año nuevo en los siglos medios, recomendábanse por su galantería. Señoras y caballeros, reunidos en sus nobles moradas, cantaban trovas ante unos retablos preciosamente aderezados, figurando la escena del nacimiento, costumbre que aún persevera, y después de entregarse a los placeres mesa y de la danza, echaban los años, esto es, los trovadores predecían el año a sus damas, en versos armoniosos, o bien se sorteaban amantes, lo que consistía en emparejar un caballero con una dama para que se obsequiasen durante el año. O hasta el Estrecho, ceremonia del día de Reyes, en la cual dos magos benéficos, vieja y mozalbete ridículamente ataviados, daban audiencia a las parejas, echándose recíprocos piropos, enlazándose con bandas de colores, recitando versos, ofreciéndose presentes, etc. Los aragoneses eran tan aficionados a estas diversiones, que según la crónica de Castell, por haber Pedro Uzal de Granollers, caballero catalán, quebrantado la etiquita del jurado de Estrechos de amor, don Pedro III que se hallaba presente, lo desterró y mandó brisar su escudo de armas con una pieza de gules en su principal blasón.
De un manuscrito de Poblet consta que durante las fiestas celebradas en Monzón por don Martín, unos caballeros zaragozanos desafiaron a otro porque en el jurado de Estrechos despreció a cierta señorita que le había caído de estrecho. La siguiente canción de Santillana prueba que también en Valladolid se observaban esas usanzas, las cuales después gozaron mucha boga en la corte do los Felipes:
                                           
Sacadme ya de cadenas,
sennora, e facedme libre;
que nuestro Sennor vos libre
de las infernales penas!
Estas sean mis estrenas,
esto solo vos demando;
este sea mi aguinaldo,
que vos faden fadas buenas, etc.


José Puiggari
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