Cabalgata Histórica representando la entrada
del rey Don Jaime “el Conquistador”
En las fiestas del Pilar de 1872 se vivieron dos actos que sobresalieron sobre el resto y dejaron un recuerdo que perduró en la memoria de los zaragozanos durante muchos años. Aquel año, en una solemne función religiosa, celebrada en la suntuosa basílica del Pilar, se consagró el templo, según el ritual romano, con la participación de dieciocho arzobispos y obispos. Y hubo una Gran Cabalgata Histórica representando la entrada del rey Don Jaime "el Conquistador".
Ambos acontecimientos fueron reflejados, con sendos grabados, en las páginas de La Ilustración Española y Americana.
La ceremonia religiosa fue
un motivo más para que las diversiones públicas adquiriesen mayor esplendor y, entre todas, destacó la “Gran Cabalgata Histórica”
representando la entrada del rey Don Jaime “el Conquistador” en Valencia, el 28
de septiembre de 1238, y el otorgamiento de sus fueros.
El semanario ilustrado relataba el festejo y citaba los nombres de los personajes representados y el orden de participación:
"La bandera
morisca ondeaba en la plaza de toros, lugar elegido para representar la ciudad
vencida. Un jinete moro, que representaba a Abu-Zeyan, entregó las llaves de la
ciudad.
Abrían la marcha
los jinetes que representaban a Hugo de Focalquier, maestre del hospital; a los
comendadores de Alcañiz, Calatrava y el Temple, y a los caballeros Guillermo de
Aguiló, Rodrigo de Lizana, Jimeno Pérez de Tarazona y Pedro Clariana, que
asistieron al rey desde el comienzo de la campaña. Seguían las tropas de Lérida
que, desde las ciudades, fueron las primeras en asaltar los muros de Valencia.
Diez hombres de la milicia de Zaragoza, que tocaban el himno o marcha de Don
Jaime I “el Conquistador”.
Seguían cuatro
almogávares y cuatro caballeros de la mesnada real, que se iban intercalando
entre don Pedro Cornel y el mayordomo mayor del reino de Aragón, llevando el
estandarte real; Abu-Abdallah, que, con sus parciales, también asistió al rey
desde el principio del sitio; otros cuatro caballeros moriscos y ocho
almogávares; los caballeros de conquista don Diego Crespi, que obtuvo el lugar
de Sumarcárcel; don Juan Caro, el de Mogente; don Pedro Artés, el de Ortells;
don Jaime Zapata de Calatayud, el de Sella; don Lope de Esparza, el de Benafer;
don Hugo de Fenollet, el de Genovés; don Alonso Garcés, el de Mascarell; don
Jaime Montagut, el de Tous y Carlet; don Sancho de Pina, el de Benidoleig; don
Juan Valsera, el de Parsent, y don Pedro Vareliola, el de Benifarri; las tropas
de Barcelona y Tortosa; Astruch de Belmonte, maestre del Temple, y los
comendadores de Montalbán, Oropesa y Uclés; las tropas de Daroca; don Pedro
Amyell, arzobispo de Narbona; cuatro caballeros franceses; los pro-hombres de
Valencia Ramón Pérez de Lérida, Ramon Ramón, Guillermo de Belloch, Pedro Sanz,
Bernardo Gisbert, Tomás Garidell, Guillermo Moragues, Pedro Balaguer, Marimón
de Plegamans, Ramón Durfort, Guillermo de Lacera y Bernardo Zaplana (estos
pro-hombres, con varios convecinos suyos, con el rey, los prelados y los
nobles, hicieron el Código para el gobierno de Valencia, que sirvió de base
después para la Constitución valenciana), Las tropas de Calatayud y Teruel;
cuatro guerreros ingleses; diez hombres de la milicia de Zaragoza, que tocaban
la marcha que lleva el nombre del “Conquistador”; ocho almogávares; el obispo
de Zaragoza, don Bernardo de Monteagudo, y el de Barcelona, don Berenguer de
Palón, y los caballeros que asistieron al sitio de Valencia, firmando con el
rey y con los prelados, como testigos, la capitulación de la ciudad, a saber:
el infante don Fernando, tío del rey; don Nuño Sánchez, deudo sanguíneo del
mismo; don Pedro Fernández de Azagra, don García Ronieu, don Artal de Luna. En
Berenguer de Entenza, don Guillermo de Entenza, don Arotella, Ansaldo de Gúdar,
Fortuny Aznárez, Blasco Maza, Roger, conde de Pallás, Guillermo de Moncada,
Ramón Berenguer de Ager, Berenguer de Erill, Pedro de Queralt y Guillermo de
Sant-Vicens. Seguían las tropas de Zaragoza y Huesca, don Juan de Pertusa,
caballero mayor del rey, y cerraban ocho caballeros de la mesnada real".
La cabalgata fue
magnífica y en entusiasmo que produjo excitaba a las gentes de manera que en
algunas ocasiones, como si el hecho representado fuera real, guitaban: “¡Viva
Don Jaime el Conquistador!”.
Consagración de la basílica del Pilar de Zaragoza
La Ilustración Española y Americana, 1872
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