12/10/12

Las alcaldesas de la provincia de Zaragoza

Tiempos nuevos

Las nuevas alcaldesas de la provincia de Zaragoza, rodeando al gobernador civil, don Manuel Andrés, y al alcalde de Zaragoza, señor Pérez Lízano. Entre ambas autoridades aparece la ex alcaldesa de Gallur, doña María Domínguez, primera mujer que presidió un Ayuntamiento español. (Foto Martínez). 

En el verano de 1932, María Domínguez Remón fue nombrada por el Gobernador civil de la provincia de Zaragoza alcaldesa de Gallur, convirtiéndose, así, en la primera mujer de la historia de España que se ponía al frente de una alcaldía. Permaneció presidiendo la corporación municipal hasta febrero de 1933.

María era maestra, socialista y afiliada al sindicato UGT. Tras su paso por la alcaldía se dedicó a la docencia y realizó colaboraciones periodísticas. Después del golpe de Estado del 18 de julio de 1936 buscó refugio en casa de su hermana, en Pozuelo de Aragón. Allí fue detenida pocos días después y fusilada el 7 de septiembre de 1936 en las tapias del cementerio de Fuendejalón.

Poco después de abandonar María la alcaldía de Gallur, el Gobernador civil de Zaragoza tomó la decisión de nombrar alcaldesas a otras diecisiete mujeres de la provincia de Zaragoza, la mayoría maestras de profesión. Este otro hecho insólito en la historia de España fue recogido por la revista ilustrada Crónica, en marzo de 1933. El artículo, que puede leerse a continuación, lo firmaba Manuel Casanova, con fotografías de Martínez.

Isabel Pemán, de veintitrés años, nueva alcaldesa de Magallón.
(Foto Martínez)

"Manolo Andrés, uno de los gobernadores civiles que la República afloró en el campo periodístico, ha nombrado, así, de golpe, nada menos que diecisiete alcaldesas para otros tantos pueblos, pequeños pueblecitos, de la provincia de Zaragoza.

La cosa, ciertamente, carece ya de novedad. Ha sido en Aragón, en esta provincia de Zaragoza, en la villa de Gallur, donde por primera vez durante el nuevo régimen de España ha presidido el Ayuntamiento una mujer. Y, sin duda, la buena actuación de María Domínguez, que hace ya algún tiempo abandonó la Alcaldía, ha inclinado en tal sentido feminista el ánimo de los gobernantes.

Preludio electoral, vísperas de renovación en los Ayuntamientos. Diecisiete alcaldesas. Veamos: De Almochuel, doña Emilia Rodríguez; de Alpartir, doña Concepción Cortado; de Ardisa, doña Antonia Bosque; de Balconchán, doña Jerónima Sebastián; de Bureta, doña Cecilia Latre; de Clarés de Ribota, doña Josefina Candé; de El Frasno, doña Estrella de las Nieves García; de Gelsa, doña Victoriana Cereza; de Lituénigo, doña Clementina Bilbao; de Lobera de Onsella, doña Adelina Muñoz; de Magallón, doña Isabel Pemán; de Novillas, doña Felipa Elizondo; de Tiermas, doña María Gil; de Torrellas, doña Manuela Blasco, y de Villanueva de Huerva, doña Elvira Antorán.

De estas diecisiete alcaldesas, que van a regir pueblos que oscilan entre los noventa y nueve habitantes —Almochuel— y los tres mil —Magallón—, dieciséis son maestras, y únicamente doña María Gil, nueva alcaldesa de Tiermas, ha sido elegida por su condición de contribuyente más importante
Detalle: la más joven de todas —veintitrés años— es Isabel Pemán Cardesa, que va a ejercer la Alcaldía de Magallón, el pueblo más nutrido de cuantos ahora corren el albur de ser mandados por una mujer. La de más edad—sesenta y dos años—es María Blasco, nueva alcaldesa de Torrellas, con sus novecientos cincuenta habitantes.
Manolo Andrés, además de otorgarles magistratura de ciudadanía, las ha hecho comparecer en Zaragoza, las ha prevenido e instruido convenientemente, una a una, y luego las ha invitado a comer. ¿Conformes?
Conformes. Y ya el lunes, acabado el protocolo cortés, cada cual ha partido para su ínsula.

¿Con qué propósitos? Ellas nos contestan: —Para mantener la paz. Nosotras, muchas de nos otras, no estamos conformes con esta exaltación de la mujer a los cargos públicos. Creemos que la misión de la mujer dentro de la República es otra muy distinta. Pero nos hacemos cargo. Precisamente por nuestra condición de funcionarios públicos representamos una garantía de imparcialidad. Así se evita que cuando deje de ser alcalde Fulano lo sea Mengano, que es su enemigo natural, pertenezca al partido a que pertenezca, si es que hasta estos pueblos insignificantes es posible que lleguen la esencia y el matiz de los partidos políticos.

Doña María Blasco, de sesenta y dos años, nueva alcaldesa de Torrellas. (Foto Martínez).

Además —nos dicen—, en los pueblos que vamos a dirigir apenas si existen conflictos presumibles. Casi no hay organizaciones. Únicamente en Novillas cuentan los radicales socialistas con un grupo, y con otro, no muy importante, la C. N. T. En Lituénigo hay poquitos socialistas, y en Torrellas, para preocupación ligera de doña María Blasco, un centro de la U. G. T.

Algo más nos inquieta la forma en que deberemos distribuir las horas del día. Como casi todas somos maestras, y aparte de la labor de la escuela, damos clases particulares...
Las más jóvenes—Cecilia Latre, Adelina Muñoz, Isabel Pemán, Felipa Elizondo—, solteras, se encaran con sus colegas:
—Vuestros maridos os podrán asesorar. Pero ¿y a nosotras?

Pero todas se sienten optimistas y confiadas. Y viéndolas salir del despacho del gobernador civil y entrar en el restaurante del Centro Mercantil, en un leve tropel, mejor pudiera pensarse en aspirantes a determinada oposición, o acaso —las hay muy bonitas— en cualquier concurso de belleza en boga.

¡Es que a diecisiete alcaldesas en serie, la verdad, no estábamos acostumbrados!".
Manuel CASANOVA
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