24/7/07

ALQUÉZAR

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Foto: Celedonio García

Viernes 25 de febrero de 2005
Colaboración leída en el programa “Hoy por hoy” de Radio Zaragoza, dirigido por David Marqueta


¡Hola, amigos!

Hoy visitamos una de las joyas de Aragón. Un pueblo precioso y pintoresco, con título de villa, situado en el Somontano de Barbastro. Es Alquézar, topónimo árabe que significa “la fortaleza”.

Esta villa, declarada Bien de Interés Cultural, está enclavada sobre los escarpes del río Vero, que a su paso abre profundos cañones y gargantas. Al pasear por sus calles empedradas, nos adentramos en la Edad Media; podemos contemplar pasadizos, balconadas, portaladas, escudos de armas y otros interesantes elementos arquitectónicos.

En lo más alto, sobre un roquedal, se alzan los Monumentos Nacionales del castillo y la colegiata de Santa María.

Una leyenda nos habla de la existencia de un fantasma que por las noches recorre la colegiata y hace sonar una campana. Es el alma en pena de un monje, que en su larga vida tuvo un pequeño desliz. Se le apareció una mora de gran belleza y sucumbió a sus encantos.

Un hijo de Alquézar, Vicente Blasco, nos describe mejor que nadie su pueblo:

Es un rincón de Aragón
donde todos son hermanos,
eso es el pueblo Alquézar,
la joya del Somontano.

En “Casa Fabían” se ha instalado un museo etnológico. Por las calles también descubriremos a dos ilustres personajes: a mosén Rafael Ayerbe, natural de Radiquero, quien fuera párroco de Alquézar e inventor de un nuevo injerto para los almendros, y al maestro Pedro Arnal Cavero, el escritor que mejor supo reflejar el sentir de las gentes del Somontano y de la montaña de Huesca.

Arnal Cavero recogió numerosos dichos y refranes, algunos recuerdan topónimos del término municipal, que se adentran por la fantasía salvaje del paisaje, conquistada por el hombre desde la prehistoria, con magníficas obras hidráulicas, como los puentes de Villacantal, del Molino y Buera.

Decía Cavero:

Si nieva en Sosorito
más será en el Tito;
Y si en el Tito nieva,
¡qué será en Cotiella!

Y para despedirme, una copla del inolvidable Luis Gracia Vicién.

Adiós, Alquézar hermoso,
con castillo y estandarte;
adiós, Puerta de la Reina,
donde yo iba a rondarte.
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