28/1/12

Miguel Servet, ¿catalán o aragonés?

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 PERLAS DE HEMEROTECA

IV Centenario del nacimiento de Miguel Servet

Michael Servetus Hispanus de Aragonia
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¡Otro trasvase! Miguel Servet, ¿aragonés o catalán? No, por favor, no pregunten al Tribunal Constitucional. Tampoco lo vendieron las monjitas del Monasterio, aunque, probablemente, lo hubieran hecho con buen gusto si hubiera estado en sus manos.
Otros dicen que era navarro, e incluso hay quien lo considera portugués.
Por ahora respiramos tranquilos, actualmente no se duda de su origen aragonés, pero que nadie se confíe.
El argumento para dirimir su “nacionalidad” catalana por parte de Pompeyo Gener es de lo más razonable: “por haber nacido, según algunos en Villanueva de Sijena, que a la sazón pertenecía al obispado de Lérida”.
El texto que reproducimos fue publicado por el diario El Motín en 1911; es el preámbulo de un artículo titulado “Patria y apellidos de Servet” firmado por el catalán Segismundo Pey Ordeix (sacerdote, periodista y escritor anticlerical) y extraído de su libro Miguel Servet, el sabio víctima de la Universidad, el santo víctima de las iglesias. Su vida, su conciencia, su proceso, su vindicación, que acababa de ser publicado.
Por último, reproducimos una breve biografía de Pompeyo Gener, personaje calificado de bohemio, extraída de la Wikipedia: “Fue un periodista, ensayista, dramaturgo, bohemio de ideas progresistas y nacionalista catalán español, que residió largas temporadas en París. Muy activo políticamente, estuvo vinculado al republicanismo y concretamente al republicanismo federal durante la revolución de 1868, participando en el Primer Congreso Catalanista de Valentí Almirall de 1880”.

Escultura de Miguel Servet en Villanueva de Sigena. Foto: C. García

“Si Servet hubiese vivido en estos días en España, habría ordenado que en vez de gastar tiempo y trabajo en festejar su persona, nos dedicásemos con él a trabajar sus ideas al grito de ¡Abajo los tiranos! que se siente brotar de cada una de las páginas de sus libros.

Uno de los modos de derribar la tiranía es, con todo, la de ensalzar sus víctimas. El ensalzamiento de Servet es, pues, obra revolucionaria, tanto más revolucionaria cuanto que los «tiranos» no han tenido ni un sólo recuerdo para su nombre.

Los tiranos políticos no han tenido una palabra para reparación del crimen que mató a un cortesano de Carlos V.

Los tiranos religiosos no la han tenido para desagraviar al magnífico teólogo introductor de la escuela exegética.

Los tiranos académicos no la han tenido para protestar del ultraje hecho por los caciques de la Sorbona al descubridor de la circulación de la sangre.

En las academias españolas sobrevive el estudio Decano de la Facultad de Medicina de París que condenó a Servet.

En las catedrales siguen funcionando los inquisidores católicos y protestantes que le quemaron.

En los centros políticos siguen viviendo el déspota Calvino y el avaro Delfín que sólo se ocuparon de confiscarle sus riquezas.

Conste, pues, esto: la España monárquica sostiene la sentencia de Calvino y sigue haciéndola firme. Al pie del decreto de los médicos de Ginebra, debemos añadir las firmas del Consejo de ministros, academias oficiales, consejeros de Estado, diputados y senadores.

Que conste: la España eucarística del siglo XX sigue condenando a Servet, negándose a resucitar su infame fama.



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Casa natal de Miguel Servet en Villanueva de Sigena (foto: C. García)
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En el Ayuntamiento de Barcelona se ha suscitado la cuestión de si Servet era catalán o aragonés. Los concejales radicales lo reclaman como catalán, por haber nacido, según algunos en Villanueva de Sijena, que a la sazón pertenecía al obispado de Lérida; Pompeyo Gener ha sido el que ha sostenido el origen catalán de Servet.


Llamados a intervenir en este asunto, debemos decir a los clericales: ¿Ha sido el celo de la verdad histórica el que ha inspirado vuestros escrúpulos sobre el origen catalán de Servet, o antes bien habéis fingido este celo de la verdad para poder ofender a Servet negándole el honor de colocar su retrato en la galería de catalanes ilustres? ¿Habéis obrado como críticos o como hijos de Calvino y de Ory? En este caso, vuestra oposición a la glorificación de Servet es vuestra adhesión a la canallada de Calvino: sois continuadores de su obra; sois esbirros de la Inquisición, despreciables como ellos. Y al no atreveros a confesar francamente vuestra intención y carácter, sois cobardes como Calvino; y al adoptar la máscara de celadores de la verdad histórica para ultrajar a una víctima, os hacéis hipócritas, profanáis la verdad y hacéis de la crítica uso infame, que en vez de utilizarla para defensa de la justicia, la esgrimís para continuar la iniquidad. Vuestro propósito ha sido rechazar a Servet y negarle vuestro parentesco para poderle negar el pago de la deuda de reparación. No habéis combatido al forastero, sino al mártir que os acusa de verdugos.
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¿Qué era Servet?


A los peninsulares debiera bastarles saber positivamente que era español para sentirse obligados a glorificarle.


A los espíritus nobles les debe bastar el saber que fue un mártir, para pagarle el tributo de veneración.


Yo supongo que en Pompeyo Gener predomina este espíritu de justicia y de recto patriotismo en sus reclamaciones de la patria de Servet para Cataluña. Este celo debe aplaudirse. Si Cataluña reclamara a Servet como suyo, para ser la más obligada a honrarle, más que con la contingencia de haber nacido acá o acullá podrá ganar el título de patria de Servet, honrándole como si fuese realmente su Patria chica. Por las obras lo conoceremos. Si los catalanes se hacen los heraldos de la gloria de Servet, se ganarán el título y derecho de compatriotas suyos, por derecho de legítima conquista.


Pero este derecho de Cataluña, no exime a los aragoneses de su deber. Villanueva de Sijena es municipio de Aragón; los sijeneses se llaman aragoneses. Los de hoy son descendientes de aquellos del siglo XVI. Estos son sus compatriotas de sangre. Servet honró a Villanueva tomando como apellido su nombre. El llamóse «aragonés» y como tal fue tratado.


Estos hechos pueden servir de base a una emulación recta”.

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