Dionisio Carreras Salvador
HISTORIA DEL ATLETISMO ARAGONÉS
Especial Atlanta 1996
LOS ARAGONESES EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS
Fue el primer olímpico aragonés el año 1924 en París
Ricardo Martí
Bernardo y Jesús son los hijos del olímpico aragonés Dionisio Carreras que todavía viven para poder contar las hazañas de su padre. Jesús tiene 70 años y Bernardo 75. Ambos son dos fumadores empedernidos como lo fue su padre. Bernardo empezó a fumar a los ocho años y lo dejó el tabaco hace veinte, pero las secuelas de la nicotina le han dejado el cuerpo fastidiado. “Le quitábamos los cigarros de la petaca a mi padre y pocos años más tarde empecé a fumar mataquintos. Cuando volví a Codo a los once años fumaba como un carretero. Mi padre no se cuidaba mucho, puesto que fumaba, trabajaba, la bebida también le gustaba, llevaba malos arreglos con la comida y las mujeres también le gustaban. Parece mentira que fuera tan buen corredor con lo que fumaba y bebía.
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Consumía una cajetilla diaria y dos caliqueños que eran unos puros retorcidos que eran más fuertes que yo que sé. Recuerdo que muchos noches tenía que ir a buscarlo a casa de El Chato, un bar que había en el Coso Bajo de Zaragoza”.
Dionisio Carreras nació en Codo, en 1890 pero se trasladó a vivir en Zaragoza. Trabajó en el cubrimiento del río Huerva en la misma Gran Vía mientras entrenaba, corría pollos y competía en los JJOO. Bernardo comenta que “cuando en Zaragoza se enteraron que ganaba todas las carreras por los pueblos lo llamaron para que fuera conserje del campo de fútbol del Zaragoza. Le ofrecieron trabajo, casa, luz y leña. Residía en la calle Asalto, en el parque Bruil, que es donde por aquellos años tenía el Zaragoza el campo de fútbol. Había en la capital otros dos equipos de fútbol que eran el Patria y el Iberia”.
Cuando Carreras corrió en 1924 los JJOO de París su hijo Bernardo tenía cuatro años y no se enteraba mucho de qué iba la fiesta. “Tengo entendido que no tuvo su día. No aparecieron esos escapes que tenía y en los que daba un suspiro y no se sabía si iba volando... Tuvo una pequeña equivocación al extraviarse en el recorrido y eso es posible que le costara un minuto”. En París Carreras terminó el noveno en dos horas cincuenta minutos.
Cuatro años más tarde se clasificó para la los Juegos Olímpicos de Amsterdam. Entre 1924 y 1928 Carreras atravesó su época dorada.
“Recuerdo que el "Chato" de Garrapinillos, Dionisio Magén e Ignacio Latorre de Santa Lecina eran sus grandes rivales. Fue dos veces campeón de España de maratón y en Barcelona le controlaron los médicos y concluyó la carrera con las mismas pulsaciones con las que había empezado. Hacía la carrera por aquellos años 25 minutos antes que en París. (¿Se refiere a que realizaba un tiempo en maratón de 2h.25m.?).
Carreras fue el mejor pollero de la época. Sus duras jornadas de trabajo o en el campo las alternaba con las corridas polleras. Bernardo recuerda una de aquellas increíbles jornadas pedestres. “El padre de Dionisio estaba encantado de que su hijo corriera. Un día cenando le dijo Pablo Carreras a su hijo que fuera a recoger esparto de madrugada. Se levantó Dionisio a las seis de la mañana y se puso en camino durante tres horas con una caballería. Hasta que se hacía la carga de esparto había que dar unos tirones de miedo para arrancarlo. Volvieron a las 12 de la mañana. Después se fue a una corrida que había en la Puebla de Albortón. Ganó, volvió al pueblo, comió tranquilamente y tomando el café se enteró leyendo el periódico que había corrida pedestre en Azuara. Ni corto ni perezoso corrió los 15 kilómetros que separaban la Puebla de Albortón de Azuara, llegó justo cuando daban la salida y ganó. Volvió a la Puebla de Albortón y por la noche llegó a Codo donde se comió uno de los pollos que ganó”.
La retirada de Carreras del atletismo fue triste y oscura. Su declive coincidió con su frustrada segunda participación en unos Juegos Olímpicos. “Iba con el pasaporte en el bolsillo para ir a Amsterdam, pero se puso enfermo y no llegó a embarcar. Todo Zaragoza se quedó chafado al enterarse. Esa época fue mala puesto que se juntó todo y el Zaragoza de fútbol no ganaba un partido. A mi padre y a los futbolistas el club les debía un montón de dinero. Mi padre cayó de golpe. Decía que de pecho iba bien, pero las piernas no le querían tirar”. Carreras se vio obligado a volver al pueblo tras su retirada como corredor de élite. “Volvió a Codo con las orejas gachas, después de ser lo que había sido. Le operaron y un año más tarde moría de cáncer de duodeno a los 59 años de edad. Yo tenía por aquella época 28 años”.
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Publicado en la revista Atletismo Aragonés, Nº 13, Mayo-Junio de 1996
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