16/1/10

Augusto, el fundador de la Aljafería

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Leyendas de la Aljafería de Zaragoza
PERLAS DE HEMEROTECA
La Aljafería (Zaragoza)
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A comienzos del siglo XIX los muros del palacio de la Aljafería sólo guardaban los recuerdos y las leyendas de un alcázar de glorioso nombre. Ya habían desaparecido sus puertas de herradura, las esbeltas columnas y afiligranadas paredes con las que lo ornara su fundador. También se echaban en falta los ricos tapices, pinturas y dorados artesones que decoraban las suntuosas salas de los monarcas de Aragón.
Sus muros sólo guardaban recuerdos de bellas princesas y apuestos donceles, trovadores, guerreros, y chirridos de cadenas de míseros reos aguardando los últimos instantes de su existencia en el imperioso torreón.

Aljafar o Abenaljafe no sería el fundador de la Aljafería, como señala la tradición, sino que su origen se remontaría a Augusto, mientras que los árabes sólo tendrían el honor de haber reedificado el palacio.
V. de la F. publica en el Semanario Pintoresco Español de 1841 una de las narraciones portentosas con las que algunos escritores han tratado de engalanar la antigua historia del palacio, como si a la célebre ciudad de Zaragoza le faltaran héroes.
“Una matrona, desconocida y de aspecto grave y hermoso, se apareció repentinamente al emperador Augusto, y le presentó un niño que traía en sus brazos. Consultados los augures, respondieron que aquel niño sería el que, según los oráculos y los libros de las Sibilas, vendría por fin á ser el dominador del orbe. Entonces Augusto, que estaba fundando a Zaragoza, ideó el fortificarla de modo que le sirviese como de baluarte para poder hacer allí la última resistencia, cuando hubiese perdido todo. Con este objeto construyó también allí un gran palacio que le sirviese de vivienda. Este palacio, es el que después se llamó por los árabes la Aljafería, y encaprichados con esta idea, le hacen igualmente morada de los reyes árabes”.
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